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domingo, 10 de abril de 2011

Un hervor de democracia

Todo ha ido muy rápido, los valores democráticos fueron asumidos con mas ilusión que cabeza, creímos que nuestra conversión a la democracia iba a ser indolora, magia pura , a partir de un día ya eramos otros, la democracia se atornillaría en nuestras vidas, sin anestesia ni nada. Pero no es tan fácil, se oyen conversaciones donde se adivina un desfase entre la teoría y la practica. Los primeros culpables de que nuestros valores democráticos estén hechos unos zorros son los políticos, de todas las categorías y de cualquier pelaje, empeñados en no dejarnos crecer. No es raro, en periodo de elecciones, oír comentarios sobre lo que ofrece fulano a cambio de su voto y el de su familia, el precio de esta semana podría ser un puesto de trabajo, la legalización de un cortijo en zona rustica o la remanguillé en una oposición, tan restringida, que solo quepa un candidato. Naturalmente ,esta forma de afrontar la política no es la mas deseable, pero eso al político le da igual; el oficio se ha depreciado mucho, la gente con dignidad rechaza meterse en esa jaula de grillos en la que se ha convertido la vida política. Hoy nos desayunamos con una encuesta que dice que el partido en el gobierno central, ha reducido en la mitad la distancia con el partido de la oposición, gracias a la renuncia del anterior cabeza de lista. Osea que le cambian la cara a la gestión y ya remontan, solo por cambiarle la cara al de to lo alto, como si fuera el único culpable del desastre. La democracia todavía nos queda lejos, nuestra enfermedad es el caudillismo, lo tenemos pegado a la piel, como una ladilla, difícil de erradicar, nos viene de lejos, desde Viriato o Indivil y Mandonio , caudillos iberos, el español tiene cosida en su código genético la frase: ¨Seguir al caudillo¨. Es lo que hay, somos seguidores y no electores, elegir a alguien exige criterio, ninguna pasión, lo otro es una mera actitud bovina. Es frecuente oír en conversaciones de política, la frase de que un político le cae bien al interlocutor, actitudes casi reverenciales hacia un tipo, en algún caso ni siquiera conocido, haciendo apasionada defensa de su persona. Un político te puede caer como el culo y ser lo que necesita el país, entonces tu vas y lo eliges y cumples con tu parte del trato, el ciudadano debe elegir según su criterio y aspiraciones políticas, cada momento, cada elección, nada que ver con cómo te caiga. Cuantas veces has oído decir a alguien que un gobernante era muy bueno, achacando los males de su periodo a los que lo rodeaban, he ahí a un seguidor del caudillo, no busques mas. Lo obvio, que nadie quiere ver, es que los gobiernos lo forman todos los que son, y no el de mas arriba, lección que se olvidaron de poner en valor los partidos, por si acaso les va mal y tienen que degollar a su caudillo, colocando,rápidamente, a otro en su lugar, continuando la carrera con otro caballo. La situación llega al surrealismo absoluto cuando el dimisionario pretende salir a hombros (en el caso actual) con cerca de cinco millones de parados al coleto, no basta con pasarnos por la piedra, encima se cree con derecho a limpiarse en las cortinas. Nos queda mucho para ser una democracia, el gobierno del pueblo,aquello que soñaron los griegos.

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