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martes, 12 de septiembre de 2017

VIAJAR A MARTE

La distancia de la Tierra a Marte es de unos 56.000.000 de kilómetros, en su distancia  mas corta entre los dos planetas. Técnicamente se podría llegar de una sola peoná en unos nueve meses, lo cual condicionaría la vuelta, que en el mejor de los casos, se tardarían sus buenos dieciocho meses en volver. Eso suponiendo que todo cuadre y no se funda ni un plomo. Una vez que llegas, echaras un tiempo allí, no te vas a venir como si fueras a las fiestas de Vélez, lo normal es que te quedes una temporada. Ya hay optimistas que están haciendo cálculos para empadronarse allí, incluso hay una compañía que ha propuesto un viaje de vacaciones al planeta rojo. Pero la realidad es otra, así, en basto, la cosa no parece difícil, cuando se entra en detalle, todo se complica: El proceso de selección de personal tiene que ser muy fino, son muchísimos días aguantándose, sin matarse unos a otros. Afuera aparte de ciertas peculiaridades que habrá que prever y hacerles frente aquí, para evitar problemas allí. Por ejemplo: ¿Hay que capar a toda la tripulación?  Arrancarles las muelas a todos para evitar las caries (cuando a alguien le duelan las muelas, el dentista mas próximo le coge a tres años de distancia). Además se tendrán que seleccionar nacionalidades compatibles. Un argentino y un uruguayo se acabarían peleando por el fútbol. Un mexicano y un americano por el muro. El ruso con el chino por las fronteras. El coreano del norte ya esta peleado con el mundo, excluido de salida. La edad es otro factor a tener en cuenta, no se puede mandar a alguien muy viejo pero tampoco muy joven. Habría que eliminar a los adictos al móvil (no hay facebook ni wasap) y a los que ven Sálvame y Mujeres y hombres y viceversa. No hay tanta gente habilitada para ir a Marte, en el mejor de los casos, si  diéramos con el equipo de gente idóneo, vendría luego el asunto de la logística: Cuantos bocadillos llevar para cinco años de viaje, cuanto papel higiénico, botellines de agua, sombrillas de playa, carne para las barbacoas, el carbón, los chotos, los avíos, las sandalias, ropa de invierno y de verano, la rempuja para el sol, y el gorro de lana para las noches, que allí refresca. Todo mas el material para hacer experimentos que ir por ir es tontería. Las dimensiones de la nave necesaria para tanto chocho  serian parecidas a la catedral de Sevilla. Así las cosas, me puedo permitir el lujo de garantizar que nadie que lea este articulo verá en su vida ningún hombre en el planeta rojo. Lo suyo seria comenzar por un objetivo menos ambicioso  y mandar al tradicional mono esperando  que no tenga teléfono móvil y no toque ningún botón de la nave.