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martes, 27 de septiembre de 2016

Fiambres viajeros



Todas las tardes, cuando paso por delante del tanatorio, no puedo evitar desparramar la vista a la puerta, a ver cómo va el tema de morirse en el pueblo. Hay días que está cerrado, cuando se da ese caso, siento cierta satisfacción al pensar,  que ese día,  la parca no se ha llevado nadie. Pero si las puertas están abiertas, no puede significar más que lo contrario, el sentimiento entonces es de desazón, alguien se ha ido al otro barrio. Dependiendo de la densidad de gente en la puerta, te haces una idea de la prestancia del velatorio. A veces  la gente sale por la puerta, lo cual no puede significar más que el finado era muy conocido en la ciudad. En otras ocasiones, el espacio esta desierto de dolientes o a lo sumo con  dos o tres dolientes al tresbolillo. La conclusión nacida de la simple observación, es  que en esto de morirse hay  aforo  variable, los hay de media entrada, de un cuarto y otros, los menos, llenos hasta la bandera. La asistencia depende muchos factores (el que más debe saber de esto, seguro que es el encargado del tanatorio, la próxima vez que vaya a dar un pésame, prometo enterarme). Antiguamente, las esquelas resolvían cualquier duda sobre las bajas, pero el método se está quedando obsoleto, la gente lee los periódicos en el móvil y ahí no hay. Para remediar, en lo posible, el desfase informativo, lo suyo sería poner un marcador electrónico en la puerta con el nombre del finado y todos los familiares, manera práctica de acabar con la tan manida excusa de: No me he enterado, tenga menos probabilidades de colar. Pero aquí no acaba la historia, queda el trance más vergonzoso para cualquiera que haya tenido a mal morirse en el pueblo, si te mueres en Motril y has dejado dicho que te incineren, por aquello de no estorbar una vez que enfilas la salida de este mundo, el lio no ha acabado para ti y tu desgraciados familiares, iniciaras el ritual africano de la danza del fuego. Te cargaran en un coche fúnebre y prolongaran la despedida, buscando un sitio donde meterte fuego. Cuando instalaron el tanatorio lo dotaron de un artilugio para incinerar, los vecinos le declararon la guerra y la ganaron, perdiéndola  el resto del pueblo. Al tradicional y progresista  grito de: Que lo pongan en otro roal,  consiguieron paralizar un servicio público a todas luces necesario y por el que la clase política no ha movido, desde entonces, un dedo. Así las cosas, la historia no acaba con los hisopazos del cura en el  responso, queda la peregrinación ardiente, buscando horno y urna, donde acomodarte y descansar de una puta vez en paz. Tú y todos tus familiares ven prolongado el castigo, afuera aparte del velatorio, con una romería de fuego. Al más puro estilo de la escopeta nacional, se forma la comitiva flamígera, todos detrás del coche fúnebre, a huye que te pillo, persiguiendo al único que sabe dónde cae el crematorio que les ha tocado en suerte. Tantos golpes de pecho de la politiquería, pegándose el pisto del puerto, de esto, de lo otro y hasta lo de más allá  (se ve que el mas allá lo tienen también controlado). Tanta farfolla estúpida, de lo buenos que somos, para que un desgraciado acabe quemado en campo contrario.  Oiga y aquí nunca pasa nada, ninguno que se ha ido dando caramonazos en la caja  buscando lumbre,  ha vuelto a dar las quejas. Todo va bien.  

miércoles, 6 de julio de 2016

LA CONJUNCION DE LOS PLANETAS

Parece que fue ayer, fui a tirar una papelera repleta, mi mirada de susto se encontró con la tuya, mansamente dejaste que te sacara del contenedor y viniste con trotecillo alegre y despreocupado detrás mío, en la puerta de la tienda, te sentaste esperando que abriera la puerta, rápidamente  te metiste tu primero, como si fuera tu casa. La casualidad hizo que nos encontráramos, una entidad cósmica, pensó que debías encontrarte con alguien que te completara, las hilanderas del destino trabaron nuestros hilos de vida, vaya usted a saber por qué. Desde aquel día mi vida ha cambiado a mejor y  espero que la tuya también. Cientos de horas juntos, entrenando, aprendiendo el uno del otro. Has conseguido lo que nadie en este mundo, hacer de mi un estudiante aplicado, porfiando por aprender el idioma perro y así poder hablar contigo. Cuando estuvimos preparados,  llegaron  las oportunidades de participar en maniobras de rescate y operativos reales, cumplimos con nuestro cometido, cargándonos de experiencias pero por encima de todo, viviendo y divirtiéndonos. Nada ha sido fácil, porque eres un pastor alemán (tu raza no es la que se utiliza en rescate) y encima tienes que cargar con un guía que ya pasó con mucho la edad en la cual se trabaja con perros. Las apuestas se equivocaron, a veces hemos soportado  miradas irónicas por la imagen que dábamos como binomio, lo que nos faltaba en musculo lo completamos con corazón (el tuyo), trabajo y espíritu de sacrificio (el de los dos). Cambiábamos las tornas con nuestro esfuerzo, hemos disfrutado del  aprecio y respeto de los que nos veían en acción, nadie nos ha regalado nada. Pero la vida, tan perra, nos tenía guardada una prueba más: Todo empezó con una leve cojera, pero te negabas a parar, algún antiinflamatorio recetado por Estibaliz y esa mirada presionándome para irnos al campo, regates de perro de la calle para timarme y acabar trabajando (tu pasión). Vale vamos, solo un  paseo,pero a ti eso no te gusta, eres un guerrero, no se te engaña con cualquier cosa. Y llegó el  momento fatídico, la pata dijo basta, rápidamente nos subimos al hospital veterinario. Allí  nos esperaba la mala nueva: ¨Su perro tiene displasia de codo en ambas patas delanteras¨. Tú de esto no entiendes, pero ya te digo yo que los pronósticos son muy jodidos: Nos jubilan a los dos. Y lloré, compañero, sin que tú te dieras cuenta, sin ruido, como los amigos hacen en estas ocasiones. Las perspectivas no eran para menos, pesaban como una puta losa. Esa vida tranquila que nos prometía la cirugía, no nos llenaba, pero si no había más remedio ¿Qué podíamos hacer?. De modo que  lo que nos quedaba era pasearnos por las explanadas como dos jubilados, no sabes lo que es el futuro, pero ya te  digo que es una mierda para tipos que se lo han currado tanto. En estos días recibo llamadas de toda España, decenas de compañeros de fatigas, guías caninos, gente que se dedica a eso tan raro que es: entregarse a los demás. Todo lo que me dicen abre un rayo de esperanza para nosotros, bastantes ejemplos de perros que han padecido la misma lesión y que continúan en el tajo. De modo y manera que toca levantarse y pelear, ninguna novedad para ti. Mañana pasarás por el  quirófano y te juro por mi vida que vamos a dar vuelta al partido, fíjate bien compañero, una vez más, me vas a regalar una oportunidad de sentirme digno de ti. El cirujano que te hacia las pruebas, mientras te anestesiaba, me hizo caer en la cuenta de que en estos días se calcula que cumples tres años,  mientras te ibas durmiendo entre mis brazos,acerqué mi boca a tu oreja, la voz de aliento  de tu guía: ¡ Feliz cumpleaños Rex¡. Mientras tu estés en el quirófano, yo me encargaré de hacer planes, pensando en buscar  acequias para nadar y recuperar el tono rápidamente (en agosto tenemos que ir a Albacete con AndaluciaK9 y aunque se a rastras vamos a ir), todo con la única aspiración de volver a ser lo que fuimos, con el objetivo que nos ha traído hasta aquí: SERVIR. 

viernes, 13 de mayo de 2016

La muerte del verraco

Un día, hace unos veinte años, apareció por el polígono empujando un carrito del supermercado, escoltado  por dos perros mil leches de gran tamaño. Así comenzó la última vuelta de circuito de este sin techo, al que todo el mundo conocía por el mote de verraco (el barraco en motrileño). Asilado en las cañaveras que bordean la antigua Huerta del Rizo, construyó su chabola para cobijo suyo y de sus perros. Todos los días comenzaba su trayecto en dirección al fondo del kilometro uno, registrando los contenedores y cargando con cualquier cosa que le sirviera. Hacia paradas en las orillas de cada bar, era frecuente que le pidiera al que entraba, un euro para tomar un café. Hacia el mediodía, volvía en dirección contraria, hasta parar en los contenedores que hay en el costado de la tienda, se apontocaba sobre el carrillo y apuraba una colilla. Todos los días que coincidíamos nos saludábamos: Buenas tardes Antonio, buenas tardes monterillo contestaba él. Decenas de años saludándonos sin nada de lo que hablar, su mundo estaba muy lejos de todo, la jornada  se le iba en dar bandazos con su carrito y espulgar a sus perros plagados de garrapatas. Una mirada bastaba para que estos se pusieran en marcha. El límite de su mundo quedaba en los contenedores de la calle Saez. Nunca le oí más de dos palabras seguidas, la soledad más absoluta, acaso  voluntaria, nunca quiso cambiar de vida, nunca pidió ayuda. Alguna vez, cuando sentía invadido su espacio, se ponía bravo, defendiendo su  miserable  entorno de muy malas maneras, tenía  manos livianas para tirar de navaja. La gente le echaba más de setenta tacos, todos los años le dábamos alguna manta y prendas de abrigo, nunca lo vimos con ninguna puesta, en todo tiempo siempre iba desabrigado, echándole cojones al tiempo. Las historias que circulaban sobre el varraco forman parte del rumor: Decían de  tenia una muerte o dos sus espaldas, decían que se había destrozado las  huellas para escapar de la justicia. Algunos creían  conocerle, pero daban poco norte de su origen, el caso es que durante años solo fue un viejo excéntrico rodeado de sus perros, nadie sabía su apellido ni siquiera si el  nombre era  autentico. En algunas épocas, la jauría se agrandaba con alguna camada de perritos, fabricada por alguna hembra promiscua, veíamos crecer a los perros hasta ponerse grandes. En ocasiones algún cachorro era atropellado, con el correspondiente duelo de toda la jauría. Por unas circunstancias o por otras (unos decían que se comía los excedentes),  la manada se veía reducida a cuatro perros, hasta el próximo preñado. Esa era la vida del varraco, como lo llamaban en el barrio, apacentando perros, recogiendo chatarra, rebuscando en los contenedores, pasando los días. Hace dos semanas dejamos de verlo, algunos de sus perros andaban dispersos, todos menos el más viejo que no se veía por ningún lado. Comenzaron a decir que se lo habían llevado a San Juan de Dios y que ya no volvería. Hasta el jueves pasado, que apareció muerto en su choza, cuentan que le faltaban trozos de carne, comida por sus perros, ultimo favor del jefe de la manada. Y así acaba la historia mínima de un ermitaño que pasó  su último tramo, rodeado de basura y  perros, justo a un tiro de piedra de la flamante estación de autobuses, sin que nadie se diera por aludido, invisible a todo y a todos. Buen viaje Antonio, que el karma te sea favorable en el otro barrio, rodeado por tus perros, que ya te habrán alcanzado en el camino (a buen seguro que a estas alturas habrán recibido matarile por una mera cuestión de salud pública, a buenas horas mangas verdes). La mañana del domingo, de camino a la tienda, encontré un perrillo negro de los que tenía el varraco, último superviviente de la manada, sentado enfrente de  la entrada de la choza, muy atento,  esperando ver aparecer el carrito y al resto de la manada. Lealtad canina hasta el final y más allá.

viernes, 22 de abril de 2016

Islandia de las maravillas

Cada vez que salta  un nuevo caso de corrupción, las redes sociales se llenan de imágenes de Islandia ejemplificando el comportamiento cívico de los islandeses, haciéndonos de menos a los que hemos tenido la mala suerte de nacer en España. Pontifican a este pequeño y bello país, consagrado como oasis habitado por arcángeles. Tal simplificación, como casi todas, ofrece fisuras, la más común es que casi nadie sabe nada de su historia, dedicándose a jalearlo a partir de informaciones sesgadas y cogidas a tresbolillo. Islandia es una pequeña nación que obtuvo la independencia de Dinamarca el año1918, hasta entonces, su actividad  se había limitado a pescar bacalao para comer en semana santa por cuenta de los daneses. La habitan 331.000 personas que solo pueden sobrevivir en el 21 por ciento de su territorio, el resto es terreno volcánico con más agujeros que un queso de Gruyere. Los islandeses no han perdido colonias, ni por supuesto las han tenido. No han aportado a la humanidad nadie parecido a Severo Ochoa. Si bien es conocida su capacidad literaria media (se calcula que hay diez mil islandeses que publican un libro), no es menos cierto que poco más hay que hacer en aquellas  tierras, afuera aparte de pasar frio, trabajar en condiciones límites y empinar el codo. En el siglo XIII se cree que fueron los descubridores de América con escaso éxito, solo fue un poner el pie y salir pitando, no quedan testigos de tal hazaña. Tuvieron que pasar dos siglos para que la corrupta monarquía católica, tomara posesión de aquellas tierras, con sus luces y sus sombras, como hacemos nosotros las cosas: A estilo compadre. Por marcar diferencias: los isleños tienen un premio nobel en su saca y nosotros tenemos siete u ocho, según saque Vargas Llosa un pasaporte u otro. Los españoles, desde siempre, nos hemos matado entre nosotros, derramado sangre de todos los países limítrofes y más allá,  cometido tropelías y hechos grandiosos, haciendo historia mucho antes de que los gigantes rubios del norte, fueran siquiera capaces de ponerse algo más que un taparrabos de piel de pescado. Nada en contra de un país y su historia, máximo respeto, pero nadie ha llegado hasta aquí por el mismo camino, el ejemplo acuñado por los modernos, no pasan de ser  muletillas para disparar a los damnificados y los que se han vendido a la riqueza trilera y tramposa de la corrupción. Como si eso fuera una ocurrencia de nuestro tiempo, vamos que hasta el año 92,  ha habido solo  almas benditas por el mundo, Nadie ha  tocado un sestercio que no le perteneciera y mucho menos que alguien se hubiera vendido por la plata. El buenismo huye de una idea más que probada: La maldad es consustancial a la naturaleza humana, junto con la bondad, ambas  conviven en el hombre. La corrupción nació con nosotros y solo se puede luchar contra ella, como pasa con el resto de plagas (el hambre, la miseria, la enfermedad etc.), no se puede erradicar, solo mantenerlas a raya, pelea infinita hasta el fin de los tiempos. Aquí querría yo ver a un islandés, de concejal de urbanismo  en tiempos de la burbuja inmobiliaria. Con  bermudas en vez de un anorak, treinta bares por calle y veinte grados de temperatura media, con su pandilla de triperos alrededor. Sin temor a equivocarme puedo afirmar que iba a durar integro, lo que tarda un geiser en pegar un escupitajo de vapor. Allá en el frio norte es más sencillo ser civilizado, aquí es donde hay que echarle cojones a no meter la mano en el cajón. Tiene mas merito lo de la mayoría de los españoles, que los vikingos, por muchos cuernos que lleven en el casco. Gloria y honor a todos aquellos, que pudiendo trincar, pasaron.

martes, 1 de marzo de 2016

DOBLE VIDA

En la Redonda pasa la vida a ritmo de habanera, tranquila, cadenciosa, al son  del café Sol Y Crema. Por el sitio pasan los actores secundarios de la tragicomedia coral que es la vida. Desde el alba hasta por la tarde, los clientes entran y salen, confiándose sus cuitas. Lo mismo se habla de la ruina del Madrid, la salud de fulano, el ultimo finado o de arreglar el país de un plumazo. Como si de una estación de tren se tratara, los viajeros del tiempo se cruzan un tiempo y se separan…hasta mañana. Desde aquí, las cosas se ven con las perspectivas de los que van pasando. El otro días hubo un parroquiano, a propósito de la situación política, proponiendo  si no sería mejor quedarnos así para siempre, total, decía el entendido, casi se estar mejor quieto que no moviéndose. La conversación se enriqueció con los tradicionales golpes de mierda a favor y en contra de la solución. La realidad es que cada vez se acrecientan las distancias entre la vida cotidiana y la política. Los que hablan de pobres, se empeñan en hacer más cantidad de estos para poder  salvarlos y los que hablan de riqueza se la quedan unos pocos. El objetivo de unos y otros es vaciar o llenar las tripas de su mesnada, dejando al resto con un palmo de narices, claro que entre unos y otros, esta la masa social de costaleros, portando en sus espaldas al ocurrente político de turno. La convivencia no parece ser objetivo para ninguno, saliendo la vena cainita por encima de la tapadera del sentido. No sería mala idea intentar otra estrategia de vida más cercana a elevar el nivel de vida mas allá del estomago social. Cuando oigo hablar de miseria yo entiendo que está localizada en las calles de Alepo y cuando oigo hablar de hambre me viene a la cabeza las calles de Haití o las llanuras de Sudan del Sur. Pero nunca en mi tierra, aquí no he visto pasar balas de esquina a esquina, ni he visto señores de la guerra acompañados por niños de diez años, armados con kalasnikov. Pero en los alardes políticos se cargan las tintas sobre la miseria de los habitantes del país porque es gratis, siempre habrá algún cebolla que diga que lo nuestro es peor. Pero la puta realidad es la que es, nuestra trayectoria es mejor, que los que por derecho propio, pueden decir que pasan hambre y calamidades, únicamente porque han tenido la desgracia de nacer quinientos kilómetros más allá de nuestras fronteras. El médico más cercano lo tienes a quinientos metros de tu casa, el colegio de los niños a trescientos, la luz en el interruptor, el agua en el grifo, la comida se derrama de las estanterías del súper y la gasolina en el surtidor etc. Etc.. Todo esto ya lo tienes y no vale nada, porque es algo normal para ti, pero acuérdate de que se lo debes a la suerte, si tuvieras que andar veinte kilómetros para beber la cosa cambiaria. Cada avance, pasado algún tiempo, parece poco, cada esfuerzo se olvida, cada reforma se minusvalora y lo que acaba quedando son bocas abiertas pidiendo más, sin recordar que todo en esta vida es el producto del esfuerzo común y el trabajo de todos, los que tiran y los que no son un lastre. A los políticos solo les debiera ocupar administrar los recursos disponibles, sin hipotecar nuestro futuro, con lo que haya, ni un euro más, los regalos de clases que lo hagan con sus dineros

miércoles, 13 de enero de 2016

HISTORIAS DE PERDEDORES


Diez de la mañana del domingo, con  mi  perro,  Rex, en la parte de atrás de   furgoneta, conduzco en dirección a la sierra para pasear con él. Pasado el cruce de la Garnatilla, en  unas curva muy pronunciada, diviso en el arcén derecho  un perrillo con una soga puesta, echado en la carretera, se me mueven las entrañas, deduzco que ha sido  abandonado. Continuo subiendo, con el cuerpo cortado, llegamos hasta la zona donde están los aerogeneradores, a los pies tengo todo el llano de Carchuna. Saco a Rex y comenzamos a andar por la pedriza, tratando de que el perro mejore su condición física, hace un viento infernal,no se me va de la cabeza el perro abandonado. Después de media hora decido volver y recogerlo. Echo carretera abajo intentando localizar la curva, en un pequeño recodo aparco el coche y me bajo, acercándome con precaución. El perro es un cachorro de pastor de Brie, me recibe con gruñidos, esta hecho una pena y mantiene una conducta defensiva. Calculo que lo han abandonado hace unos días, probablemente fue el regalo de reyes de algún niño. Mientras cavilo como acercarme sin que me muerda, andando por la carretera aparecen  una mujer y una niña. Lo hemos visto esta mañana y hemos pensado que tendría hambre y sed, me dice la mujer. En una bolsa lleva una coraza de pollo y un tarro con agua, me ofrezco a acercarme con la comida. En cuclillas, de espaldas para no desafiarlo y sosteniendo un trozo de pollo, comienzo a alargar el brazo. Dejo caer el trozo sin violencia, el perro lo olisquea y se lo come, el siguiente trozo lo sostengo en la mano, el perro lo olfatea y se acerca tímidamente, se lo vuelvo a dejar, esta vez mas cerca. El siguiente trozo lo come de mi mano, mueve tímidamente la cola, admite la caricia y rebusca en la bolsa mas comida. Cojo la cuerda con la que lo tiraron y le doy un poco de agua. La buena mujer   me cuenta que ya tiene cuatro perros en el cortijo de al lado y que no puede hacerse cargo de otro, yo le explico que llevo uno en la furgoneta que no va a dejar que este entre. La chiquilla me coge de la mano la cuerda que sujeta al perro, su madre le dice que tenga cuidado. Mientras la niña lo sujeta, reviso al cachorro, que resulta ser una hembra, el pelo sucio, enredado y la mirada infinita que da el abandono. La cría tiene rasgos orientales,es china, supongo yo, nada parecidos a los de su madre. En ese instante comprendo como va a acabar la historia. La mujer duda, le propongo ir a Motril, dejar a mi perro y volver a recoger a este para llevarlo al refugio. Pero ella ya ha tomado una decisión, como solo una madre puede hacerlo, coge de la mano a la cría y me dice que se le lo lleva. A ver como le explicamos a tu padre que tenemos otro perro, le dice a la niña. Se despiden de mí y echan a andar en dirección al cortijo. El perrillo trota alegre al lado de la niña, no puedo evitar un sentimiento de emoción y de paz. No quiero acabar  sin maldecir al cabrón que abandonó al perro, autentico y miserable  perdedor  de esta historia y por supuesto dar las gracias a la vida por presenciar tan buena acción de una madre y su hija. Dios os bendiga.