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lunes, 19 de junio de 2017

LOS IMPUESTOS

No sé en qué momento comenzamos a desviarnos de la realidad, imposible determinar el momento en que todo el mundo empezó a pensar en el estado del bienestar, como sinónimo de tocarnos los cojones al alimón (los dos a la vez). Como todas las modas, el origen es desconocido, no se sabe quién fue el padre de idea tan luminosa. Existen tantas medidas sociales y tan variadas, que es altamente complicado controlar tanto gasto y lo más importante: Localizar  la idea sobre la que se  sustenta tal ola de solidaridad económica. El esfuerzo del que contribuye, acaba viéndose como una obligación, que no tiene por qué agradecer el que lo recibe, menospreciando este, el valor de  las ayudas dispuestas (pero en ningún caso rechazándolas, menos a una piedra). No es de extrañar que ante tal desatino, se haya desarrollado la cultura de no hacer nada, que ya caerá el dinero del cielo. Por ejemplo hay ayudas que entorpecen la marcha del mercado de trabajo, todos hemos oído como una propuesta de trabajo es rechazada por no merecer la pena, ganar unos cientos de euros más de lo que se recibe de ayuda, no compensa, si tienes que trabajar. Individuos que se aprovechan de un sistema de garantía social, excepcional, hecho solo para gente que lo necesite. Si lo que vas a ganar trabajando es casi lo mismo que cobras tocándote los huevos, blanco y en botella, el camino corto es más fácil. Para disfrutar de este sostén económico, el político de turno te suele pedir  una pequeña contribución, en forma de voto, en la mayoría de los casos, o a lo sumo dos noches pegando carteles. En cuanto salga, yo me encargo, ese es el  mensaje del caudillo a la masa de pobres de espíritu. Llevo cuarenta y un años trabajando, toda la vida en la calle, contemplando como gente que se ha roto la espalda apencando, es tratada peor que el doliente profesional, hablando mal de todos y recurriendo a la mala suerte cuando se trata de trabajo. Gente  que siempre tiene una explicación para su mala vida: básicamente el odio al que tiene más que él, sin pensar en que este se levanta al ser de día y contribuye con su esfuerzo impositivo a que toda la maquinaria solidaria se sostenga, a pesar incluso, de la maraña de paniaguados. Parece que el dinero de tus impuestos es despreciable, nadie sabe los quebraderos de cabeza que pasas para pagar(a los que lo distribuyen y lo reciben se la sudan). Mientras tú las pasas putas, los que reciben el producto de tu esfuerzo, se la envainan y no dan las gracias. Yo no sé tú, pero yo me pongo de mala leche. 

sábado, 3 de junio de 2017

EL VALLE DE JOSAFAT

Mi madre ha pasado de los noventa, conserva todo su conocimiento, los achaques de la edad los afronta con espíritu alegre y  alguna pastilla de ibuprofeno. Su situación la tiene clara, según ella, hasta hace poco se sentía mayor pero ahora ya se va sintiendo vieja. Lo expresa sin ningún rencor, es lo que hay, lo que nunca hará es engañarse, no le pega. Las tardes de los domingos disfruto en compañía de mi madre junto a mi hermana Mercedes. Cuando sale el tema religioso ella expone su particular idea de cómo ha de ser el asunto: Tiene una legión de santos a los cuales hacer peticiones con sus correspondientes oraciones. Para cada uno de su familia y allegados tiene un santo de guardia, dependiendo del lio en que se encuentre. En el caso de que alguien  esté pasando un momento malo de trabajo, mi madre acude a San Pancracio. No se escapa nadie, nuestro sobrino Abdulai lo tiene encomendado a San Martin de Porres. Hasta Rex, nuestro perro de rescate, cuando tuvo que ser operado de displasia, tuvo sus rezos, pidiendo  por él a San Roque y para ser sincero con todo éxito, hoy corretea por esos campos como si nunca hubiera estado inútil. A ver quién es el listo que  la convence de que su táctica no funciona. Le ha ido bien, de modo que lo más prudente es no protestar, su creencia  no hace daño a nadie y  le permite sentirse útil al servicio de los demás. Cuando todos hemos pasado tiempos tenebrosos, nunca nos ha faltado la fe de nuestra madre. Habla tranquila de su final, lo ve natural y hasta hace chistes sobre el día que entre en el valle de Josafat. Según su versión del sitio (donde van todas las almas, cuando abandonan este mundo): un lugar bonito donde se reencontrará con los suyos a esperar el momento del juicio final. Vamos que es la estación central, donde se junta el personal antes de que te asignen sitio  donde pasar la vida eterna. Si has sido un canalla, prepárate para ir a las calderas de Pedro Botero. Si por el contrario, has llevado una vida honesta, te ascenderán al cielo en un periquete. Los dudosos o aprobados por los pelos, se quedaran en el purgatorio, una especie de lavadora de pecados, hasta que sean dignos de ir al cielo. Con los coñones que hay en mi familia, no es de extrañar que hagan sangre sobre el dichoso valle: Mamá, ¿Entonces en el valle están todos los que ya se fueron y todos los que estamos aquí? Eso es, contesta ella muy firme. Pero entonces los que no te caen bien también van allí. Naturalmente, pero yo haré como que no los veo. Pero madre si el valle tiene que estar de bote en bote, lo mismo te encuentras con tu ex consuegro o algún ex yerno. Me da igual,  encontraré a  tu padre y juntos buscaremos un sitio para estar tranquilos. Mi madre tiene sus creencias, a ella le funcionan, preparándola para el último paso, con toda dignidad y señorío. Mamá quédate otro rato con nosotros y luego, cuando Dios quiera, guárdanos un roal en el valle.