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martes, 31 de octubre de 2017

LOS COCINEROS DEL GOLPE



Queda tiempo para poder tener una visión global de lo que, hoy esta claro,  es un golpe de estado en toda regla. Independientemente de cómo sea el final de la historia y como en todo golpe de estado que se precie, los actores principales no son sino meros seguidores de un guion fabricado por otros. Varios sucesos casuales y aparentemente desconectados, podrían tener que ver en la conspiración esperpéntica que estamos viviendo. La sexta dio con un filón informativo en forma de tertulias políticas, su programación se llenó de gente que opinaba y montaba voceríos similares  a los que Telecinco hacia con Belén Esteban y compañía. No había diferencia, dejar caer una información en la tertulia y automáticamente todos se lanzaban a darle bocados, como barbos de rio.  Esta afinidad de formato, aparentemente casual era la formula magistral del éxito televisivo. En el caso de la cadena de Basile, carece de otro objetivo que no sea sentar a la gente, durante unas horas, pensando en quien se folla a quien  o que fulano se ha peleado con fulanita, puro entretenimiento. Pero el otro caso va más allá: Esta claro que la cadena en bloque, parece apuntar al gobierno como blanco favorito, pero si te fijas bien, el resultado es bien distinto: Durante años se ha mantenido el discurso de la corrupción como bandera, hecho consustancial a la naturaleza humana y que  han aislado, como si fuera un virus, adjudicándoselo en exclusiva  al gobierno. Haciendo desaparecer la corrupción de alrededor, aumentaban el tamaño de la  que les interesaba que viéramos. Han hecho populares a personajes para que, andando el tiempo, montaran un partido, conquistando una cuota importante de poder.  Infravalorando  corruptelas como el 3% catalán o los ERE de Andalucía, desviaban la atención en la dirección que les interesaba. Contra lo que se podría pensar, el objetivo no era derribar al gobierno, sino más bien, fraccionar la izquierda en trozos, de tal manera que el resultado final fuera un estado débil, sometido a las presiones de un PSOE perdedor, en manos de la izquierda alternativa que sirviera a otros intereses. En este estado de cosas, empezaba a ser  posible pedir la independencia de Cataluña, con ciertas garantías de colara. Esta era la parte de la intriga nacional, la otra era la catalana. Todos los gobiernos desde el 78, fueron cediendo autogobierno al monstruo catalán a cambio de los votos en el parlamento nacional. Los últimos veinte años se fue haciendo un trabajo de zapa en la sociedad, comenzando por las escuelas y atendiendo los cantos de sirena de los empresarios que veían una fuente de beneficio en el patriotismo nacional catalanista. El único detalle que no tuvieron en cuenta fue el viejo principio de división de poderes. La justicia es ciega, trabaja lento pero firme en su objetivo, una vez que empieza su caminar cansino, no para hasta el final. Si de algo va a servir el sainete independentista, es para educar a un país que nunca había conocido de cerca las ventajas de la vida en democracia. La justicia no va a dejar que esta grey de cocineros del golpe se vaya de rositas. Pero la historia es la que los va a retratar como unos miserable chapuceros que se atrevieron a querer romper un país cien veces roto y otras tantas reparado. Tontos pomposos que creyeron poder pisarnos y que acabaran en el mismo sitio donde acabaron los anteriores salvadores de la patria: La cárcel.