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martes, 13 de octubre de 2015

LA MADRE

Dice el refrán que madre no hay mas que una, la biología se ha encargado de demostrar que tal aserto esta obsoleto. Los vientres de alquiler, por la vía meária, hacen que una mujer que no pueda tener hijos, ejerza la maternidad casi desde el primer minuto. Pasado un tiempo el niño nacido de un vientre de alquiler, será objeto de los desvelos de la madre realquilada como si de la biológica se tratara. La adopción es la otra forma de ser madre. Las circunstancias que impiden ser madre pueden superadas, dándose el caso de que un hijo sin madre  encuentre a la suya en alguien con el instinto maternal intacto. Historias de buenos hijos y buenísimas madres con un buen final, gracias a al  instinto maternal, superando  el mínimo obstáculo de la consanguinidad. La naturaleza contempla todos los días como animales de diferentes especies amamantan individuos que no son ni primos entre ellos. De esta introducción se deduce que lo del instinto maternal anida en cada mujer, otra cosa es que este activo y dispuesto a salir a flote, existen ejemplos deplorables donde no solo no aflora sino que se convierte en un lastre para los hijos. Hay mujeres extraordinarias que extienden su instinto y su amor, con pequeños gestos, a todo el que circula por su alrededor. El caso de Ángeles es uno de estos,  casada con el bueno de Paco Aníbal, el tipo peor encarado que ha pisado un bar, en contraste con la dulce Ángeles, su gesto adusto era su bandera (Bien es cierto los que lo conocíamos, sabíamos  que era un tipo amable y cabal, pero la mala cara era su pose diaria). Con el paso de los año Ángeles siguió a su marido en todos los bares que regentó, en las duras y las maduras. Cocinera infatigable, hacia magia con los aderezos, sazonandolos todos con su extraordinaria personalidad y buen carácter, nunca le vi un mal gesto. La muerte de sus seres queridos la  fue quebrando, pero ella siguió inhiesta, con esa clase que solo tienen las buenas personas, encajando los zarpazos que le dio la vida, la procesión iba por dentro. Casi en secreto observé la dignidad con que se fue manteniendo en pie. Cada vez que me paraba en la calle con ella, me preguntaba  por mi madre, tratándome como ella misma, su actitud   transpiraba maternidad por los cuatro costados. Nos conocíamos desde que yo era chico, sabia de mis hijos y de mi parienta como si fuesen suyos. Era la madre de sus dos niños, de su hija y de todo el que se arrimara. Así era Ángeles, buena y cariñosa, la verdadera base del un pueblo, su soporte vital, mas allá del teatrillo estúpido que sale en los diarios comarcales. Gente de pueblo, haciéndole la vida fácil a todo el que pasaba a su lado.  Ángeles se ha ido, dejando huérfanos de su cariño a mucha gente, sin ruido atravesó la laguna estigia, donde la esperan sus seres queridos, a  buen seguro disfrutaran de su dulzura de trato por los siglos de los siglos. Mientras, aquí queda su ejemplo,  para quien quiera tomarlo como modelo de vida. Buen viaje Ángeles.