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jueves, 19 de julio de 2012

EL DIA DE DESCANSO


Dios hizo el mundo en seis días y el séptimo descansó, ya ves tu, hizo el mundo, a lo polla, como el que no quiere la cosa, eso es una obra y lo demás son tonterías, pero  incluso  Dios, después de la faena, paró para coger aire. El concepto de descanso ha cambiado desde aquella gran  peonada; se supone  que descansar es recuperarse del desgaste semanal; pura teoría, nosotros hemos añadido un nuevo significado al concepto día de descanso, nos pegamos  palizas a base de cortijos, bodas, bautizos, comuniones u lo que sea menester, el caso es no estarse quieto. Al día no laborable nosotros le llamamos  fiesta, eso da una idea clara de lo que tenemos que hacer el séptimo día, ese que hasta el mismísimo Dios descansó, nosotros nos vamos de fiesta (en las escrituras pone lo que pone), ni  Dios, cuando terminó el mundo, se fue de fiesta, descansó. Las conveciones sociales,hacen que nuestra vida se haya convertido en una sucesión constante de días laborables y días de fiesta, es un milagro que estemos vivos, el descanso es sinónimo de perdida de tiempo, todo esta montado para aprovechar el día, nada de dejarse caer derrengado en el sillón, ya se te ocurrirá algo, a ti o a alguien, que te obligue a vestirte para la ocasión y echarte  a la calle, a disfrutar....o lo que sea.  Un  ejemplo es el mes de mayo: A ver quien es el listo que se escapa sin un par de comuniones, como mínimo, más otras tantas bodas, afuera aparte de las cruces de mayo.Pero en esta  vida todo se paga y para que no nos olvidemos de que el cuerpo tiene un límite, se inventaron los lunes, a saber quien fue el listo de la ocurrencia. Solemos caer en la cuenta de lo cansados que estamos a eso de las siete de la tarde del domingo, cuando es demasiado tarde, entonces sobrevienen ataques de pánico y arrepentimiento tardío, añoranza por  la perdida del periodo de relax. La mala leche empieza a hervir dentro de los cuerpos, que hasta hace unas horas celebraban lo que fuera. Los lunes amanecen grises, sin luz, con todo el mundo en pie de guerra. Te arrastras maldiciendo la mierda de día que estas pasando, sin futuro, con el próximo día de descanso a años luz. Solo te queda la evocación de lo que pudo haber sido el fin de semana y no fue, haciéndote el propósito de enmienda para el próximo. Durante la semana vas descansando a ratos, te recuperas anímicamente del festival anterior y cuando llega el viernes ya esta todo olvidado; mano a echar el sábado a todo puño y el domingo faena de aliño y descabello. El libre albedrío es lo que nos han quitado, la refrescante improvisación; todo el mundo hace planes por ti, a veces  estas comiendo en un cortijo, con los últimos trozos de longaniza en la boca y  ya alguien, esta maquinando la proxima, calculando los avios para la comida del domingo siguiente. Cuando quieres acordar, alguien ha planificado un sarao y tú eres el mariachi, así que lo que teóricamente es un día para descansar, acaba siendo, otra vez, un día de fiesta. Si algo tiene de saludable el día de descanso es que rompes con la rutina, pero hemos corrido tanto, que las fiestas ya son eso, rutina. Los políticos debieran tomar cartas en el asunto y legislar la semana de ocho días, declarando  el octavo de  descanso obligatorio,  por imperativo legal. Los guardias  de tráfico, vilgilarian las calles, haciendo  controles de fiesta y cuando  pillen a alguien con carbón para la barbacoa, por ejemplo, le quiten tres puntos del carné. El espabilado  que  lo apruebe, tiene por delante cien  años ganando elecciones, manque no haga  autovías ni traiga el tren ni nada que se le parezca.