Vistas de página en total

sábado, 6 de abril de 2019


DANTE

El año pasado por el mes de mayo, nos trajeron un perro de tamaño pequeño con, año y medio  de edad, para ser adiestrado  en rescate de personas. Dante, un pastor belga Malinois, con una historia muy frecuente, por desgracia, en esta raza: Una familia lo había comprado como animal de compañía  siendo un perro de trabajo, con su correspondiente alta energía. El resultado final había sido el abandono en una oscura cochera durante meses, hasta que alguien lo recuperó para darle una vida funcional. Los primeros días fueron de adaptación, nosotros sin experiencia en trabajo con  un perro ya maduro y él habituándose a una situación totalmente nueva. Con paciencia fuimos acoplándonos unos a otros. Comenzamos sacándole el ladrido  demandando  el juguete y el juego con el mismo. A continuación  las primeras búsquedas simples que poco a poco se fueron complicando. Casi sin darnos cuenta, pasaron dos meses, Dante ya tenía claro cuál era la función de un perro de rescate. Los retos fueron subiendo de nivel hasta que dimos nuestro trabajo por terminado. Como todas las despedidas, la de Dante nos dejó un regusto agridulce, por una parte la  alegría por haber terminado nuestra misión, por otra tristeza al  perder de vista al pequeñín. De vez en cuando seguíamos sus trabajos por las redes, ya no nos acordábamos de él, cuando recibí una llamada  diciendo que  habían devuelto el perro pero iban a intentar colocarlo en una empresa de seguridad , para el registro en camiones en busca de polizones. El perro podía hacer ese trabajo sobrado, pero para más seguridad, dije de traérnoslo unos  días y refrescar el concepto. Dante trabajaba con buen ánimo, demostrando una actitud buenísima, pasado un tiempo, nos tocó despedirnos otra vez. Al mes exacto nos vuelven a llamar; el perro está  en una perrera. No lo dudamos,, decidimos que no  íbamos a permitir ni una vuelta más: El perro se quedaba con nosotros para siempre. Fuimos  a Granada y nos lo bajamos con los nuestros, el perrito saltaba de alegría y nosotros contentos de contar con un nuevo perro en la unidad. El primer día que fuimos al campo observamos que el perro no calculaba bien las distancias. La veterinaria nos avisó de que el perro no veía, tenía inflamadas las corneas. Lo llevamos al hospital veterinario donde nos confirmaron la terrible noticia: Desprendimiento de retina en los dos ojos, visión irrecuperable. Nuestro Dante estaba ciego. Curiosamente el perro trabajaba, a pesar de todo, así que  no íbamos a dejarlo en una jaula toda la vida, lo sacaríamos al campo, todas las tardes con los otros.. le proponíamos los mismos trabajos que a los otros perros , no sabemos como pero cumplía, pasando por encima de sus limitaciones, ladrando al figurante con energía y jugando con este. La ceguera ha sido arrollada por el entusiasmo   de nuestro pequeño héroe canino. Desde ese día, trabaja con pocas limitaciones, hace las mismas búsqueda que los demás y se apaña sin ojos. Nunca será un perro operativo, aunque  él no  lo sabe,  será un perro de trabajo y tendrá una vida más digna que los mierdas que lo dejaron ciego. Si sabes observar bien, puedes aprender mucho de las cosas que pasan, lo que se aprende de un perro ciego y  entusiasta sirve para otros órdenes de la vida. A día de hoy seguimos trabajando, no nos resignamos a  dejarlo sin ninguna función operativa : Contemplamos  la posibilidad de  formar a Dante como perro de rastro, al fin y al cabo, no necesitaría de la vista. Nos hemos puesto en contacto con nuestros maestros de búsqueda, iniciándonos en el  aprendizaje y posterior aplicación de la técnica de rastreo. La historia de Dante, el perrito con un corazón muy grande, no acaba aquí. Como en la Divina Comedia: Continuará.