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martes, 12 de junio de 2012

LA MADRE QUE NOS PARIÓ


El otro día iba yo a cruzar en dirección a  las Explanadas cuando un chiquillo, que esperaba para cruzar, agarrado a la mano de su madre, hizo amago de trasponer justo en el momento que venia un coche. Inmediatamente, la madre dio un enérgico tirón, reintegrándolo a la acera, a continuación acercó la boca a la oreja del niño  y entre dientes le dijo: ¡La madre que te parió¡. No pude evitar mirar la escena y sonreír, pensando que la madre maldita, era ella misma. Luego, cuando no venia nadie, la mujer salió a escape, arrastrando al niño, dándole tirones del bracito, intentando que aprendiera que hay que cruzar cuando no vienen coches. El niño iba más pendiente de sus cosas sin  echarle cuentas a su madre, allá se fueron los dos, casca que te casca.
Esta escena tan natural  en nuestra tierra es totalmente inconcebible algunos kilómetros más al norte. Será el sol que nos da de plano durante todo el año o por la tradición  pero la realidad es que aquí siempre atendemos a aquel viejo chiste “Oiga este niño llora mucho....” “Pues mire usted que le pego  para que se ría “ . Usease que tu madre te da un beso y un pellizco en el mismo acto y tu no se lo tomas a mal. Desde chicos sabemos discernir sobre el cariño de la madre, independientemente de como lo exprese, tú sabes que tu madre te quiere y eso basta. A ojos de la educación sajona, las madres mediterráneas pueden parecer violentas pero si alguien quiere saber lo que es mala leche  que se meta con el hijo de la madre que lo parió, entonces sabrá lo que es violencia en estado puro. La paradoja es que esa misma madre que le da un tirón de la manita a ese niño, se convierte en Manny Paquiao si alguien le intenta quitar a su criatura. Es un hecho,  no se aprende en ninguna escuela, tanto si la madre trabaja en la calle, si lo hace en casa, es lo mismo, es nuestra cultura y no hay quien lo cambie  así son las cosas y así seguirán siendo. De los poderes sobrenaturales de la madre se podría escribir un libro, baste decir que una madre con una alpargata en la mano es mas peligrosa que Nadal en Roland Garros, lo de educar hablando esta bien, pero un voto de vez en cuando, curte para lo que el futuro nos depare. Cuando te vas haciendo viejo la figura materna pierde color, pero siempre esta presente , es la viga maestra donde apoyamos nuestra vida afectiva, sobre ella construimos nuestro edificio de sentimientos amatorios, ella soporta nuestros primeros reveses y nos enseña a ser personas dignas, luego, como si de montar en bicicleta se tratara, aprendemos a circular por la vida sin su ayuda y comenzamos otro ciclo, ahora nos toca a  nosotros, dar mucho mas de lo que se recibe .Ese es el momento de mirar atrás y decir: ¡Viva la madre que nos parió! 

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