El otro día
iba yo a cruzar en dirección a las
Explanadas cuando un chiquillo, que esperaba para cruzar, agarrado a la mano de
su madre, hizo amago de trasponer justo en el momento que venia un coche.
Inmediatamente, la madre dio un enérgico tirón, reintegrándolo a la acera, a
continuación acercó la boca a la oreja del niño
y entre dientes le dijo: ¡La madre que te parió¡. No pude evitar mirar
la escena y sonreír, pensando que la madre maldita, era ella misma. Luego,
cuando no venia nadie, la mujer salió a escape, arrastrando al niño, dándole
tirones del bracito, intentando que aprendiera que hay que cruzar cuando no
vienen coches. El niño iba más pendiente de sus cosas sin echarle cuentas a su madre, allá se fueron los
dos, casca que te casca.
Esta escena
tan natural en nuestra tierra es
totalmente inconcebible algunos kilómetros más al norte. Será el sol que nos da
de plano durante todo el año o por la tradición
pero la realidad es que aquí siempre atendemos a aquel viejo chiste
“Oiga este niño llora mucho....” “Pues mire usted que le pego para que se ría “ . Usease que tu madre te da
un beso y un pellizco en el mismo acto y tu no se lo tomas a mal. Desde chicos
sabemos discernir sobre el cariño de la madre, independientemente de como lo
exprese, tú sabes que tu madre te quiere y eso basta. A ojos de la educación
sajona, las madres mediterráneas pueden parecer violentas pero si alguien
quiere saber lo que es mala leche que se
meta con el hijo de la madre que lo parió, entonces sabrá lo que es violencia
en estado puro. La paradoja es que esa misma madre que le da un tirón de la
manita a ese niño, se convierte en Manny Paquiao si alguien le intenta quitar a
su criatura. Es un hecho, no se aprende
en ninguna escuela, tanto si la madre trabaja en la calle, si lo hace en casa,
es lo mismo, es nuestra cultura y no hay quien lo cambie así son las cosas y así seguirán siendo. De
los poderes sobrenaturales de la madre se podría escribir un libro, baste decir
que una madre con una alpargata en la mano es mas peligrosa que Nadal en Roland
Garros, lo de educar hablando esta bien, pero un voto de vez en cuando, curte
para lo que el futuro nos depare. Cuando te vas haciendo viejo la figura
materna pierde color, pero siempre esta presente , es la viga maestra donde
apoyamos nuestra vida afectiva, sobre ella construimos nuestro edificio de
sentimientos amatorios, ella soporta nuestros primeros reveses y nos enseña a
ser personas dignas, luego, como si de montar en bicicleta se tratara,
aprendemos a circular por la vida sin su ayuda y comenzamos otro ciclo, ahora
nos toca a nosotros, dar mucho mas de lo
que se recibe .Ese es el momento de mirar atrás y decir: ¡Viva la madre que nos
parió!
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