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jueves, 28 de junio de 2012

FABRICANDO SUPERSTICIONES


Noche de San Juan, solsticio de verano, tiempo mágico, la tarde de vísperas  el pueblo se vacía, Nerón (mi perro) y yo navegamos por calles desiertas, los camareros de los bares por donde pasamos, nos miran con caras de aburrimiento, un universo de terrazas vacías, jalonan nuestro deambular mingitorio. La migración al rebalaje se ha iniciado, para las siete de la tarde no queda ni rastro del personal, todas las playas de bote en bote. Los rezagados arrastran neveras y bolsas con mezclas magistrales para consumir durante toda la noche , reata de alegría, envasada al vacío y puesta al fresco. Al cruzarnos con una patulea de gente joven, una muchacha le va diciendo a otra: ¨ A las doce tienes que restregarte la cara con agua de la orilla, mirar a la luna y saltar sobre el pie derecho ¨ . La pandilla corre presurosa, en dirección a la parada de Alsina, haciendo cábalas sobre lo que hay que hacer en la noche de San Juan. El perro, ajeno a tanta superstición solo se preocupa de mear en la esquina que toque, dibujando  su territorio dominante, le importa un huevo la fiesta del día (si le preocupa, lo disimula muy bien). Un muchacho pasa a su lado y lo acaricia: Acariciar a un perro da buena suerte, exclama ufano, Nerón da un pequeño salto, se revuelve, el muchacho se asusta, mucha suerte no le ha traído, casi le muerde. Junto a el va una chiquilla pisando las losetas negras de la calle, porque da buena suerte, dice, tropieza con la silla de una terraza y se pega una galleta esplendorosa, se levanta y sigue con el ritual de las baldosas, inasequible al desaliento, le doy un tirón al perro y buscamos una calle deshabitada, huimos de la racha de suerte, es lo mas seguro. Por el callejón de las monjas vienen tres personajes que me alegran el día, el futuro de nuestro país en colores, el mestizaje hecho realidad: Un muchacho chino, uno negro y otro blanco, portando su equipaje de diversión, al pasar a nuestra altura el muchacho chino le va diciendo a los otros ¿entonces ¨ Lobelto¨ y Pablo va allí dilectos?, los otros asienten y siguen caminado en dirección a la parada del autobús. Pienso en lo de la suerte, algo de verdad tiene que haber, contemplar nuestro futuro en el callejón de las monjas es un hecho afortunado,  la realidad  ha arrebato la razón a los patriotas de la raza superior, los amigos de ¨ Lobelto¨ y  Pablo lo demuestran, la muralla de prejuicios comienza a derrumbarse, no podía ser de otra manera. Lo del pensamiento mágico es un territorio fascinante, un  mundo donde cualquiera se siente con capacidad para explorar, la huida de la racionalidad se presenta, en determinadas circunstancias, como algo sano, si de aliviar el estrés se trata. La magia del día de San Juan, sumado al partido de España son buenas oportunidades de huir de lo cotidiano, eso tan feo y tan oscuro que nos presenta la vida en los momentos actuales, parece legitimo dejarse caer en manos de la magia potagia. La superstición no viene de hace un rato, los antiguos sacrificaban a un animal para observar los buenos y malos augurios, a veces se postergaba el comienzo de una batalla, esperando que la suerte  fuese propicia, el que nunca  la tenia a favor era el bicho sacrificado, ese palmaba si o si, no tenia ni puta idea de quien era San Juan. Miro el reloj, las ocho y media, le doy un tirón al perro, me largo a mi casa, voy a vestirme para ir a casa de unos amigos a cenar sardinas, eso si que es suerte y lo demás farfolla.

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