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jueves, 24 de mayo de 2012

VISITAS INOPORTUNAS


Queda lejano el tiempo donde toda la gente que circulaba por la Calle Nueva era de religión católica (más o menos)  y practicante (más o menos). El mestizaje ha llenado de razas nuestras calles y con ellas  sus respectivas religiones. Hay barrios con la fisonomía cambiada, las mañanas de los domingos, por ejemplo, se oyen los cánticos de una iglesia ortodoxa de Rumania, en la iglesia Mayor se da misa en polaco (estos pertenecen a nuestra iglesia), en fin por todos lados hay iglesias, afuera aparte de las de toda la vida. El mito de las tres culturas se ha ampliado a un puñado,  hay más iglesias que bancos. La búsqueda de la espiritualidad tiene hoy en día multitud  de veredas, cuando las cosas se ponen apretadas el hombre tiende a buscar su trascendencia personal y en vista de que andamos cortos de economía, el rezo puede ser una opción barata y relajante. En cualquier momento y cualquier lugar te asalta Dios en forma de acolito creyente, tratando de  venderte la moto. La tarde  de los sábados es placentera, propicia a dar una cabezada, te vas quedando clisado….De pronto suena el timbre y siguiendo una costumbre ancestral de mi casa, todo el mundo se hace el longui, cabreado me levanto abro la puerta, sin hacer uso de la mirilla, error fatal. Dos tipos jóvenes, altos, rubios, con camisa blanca, corbata negra, pantalones zainos y una plaquita prendida al pecho con su nombre. Dicen llamarse John Nosequé y Esteve Nosecuantos y vienen a darme una revista con un titular en letras grandes: ¨ Ahora  Dios esta en tu casa ¨. Así, sin anestesia ni nada, porque ellos se lo creen. El perro los olisquea y se larga al salón, no les ha visto faena, el muy cabrón sale de naja dejándome tirado. Lo primero que se te viene a la cabeza es mandarlos al carajo, pero entonces tendrías que ampliar sus miras y explicarles donde queda eso, la siesta del sábado destrozada. Digo a todo que si, los tíos están que echan chispas de alegría, sin querer abusar de su suerte, me citan para la semana que viene, calculo que estaremos en Calahonda con mi madre así que cierro el trato. Ahora estoy en el sillón, oyendo de fondo la tele, abrazado a un ejemplar de una revista de espesor respetable, en tranquila duermevela. Me despierta un nuevo timbrazo, abro los ojos y me fijo en el suelo del salón, el perro se ha entretenido en hacer mixtos la revista, me la ha debido de quitar mientras dormía. Abro la puerta, otros que vienen  de parte de Dios, uno jovenzuelo y el otro un hombre mayor. El muchacho trata de ponerme en suerte: Usted sabe lo malo que esta el mundo…¨ Dios da solución a todos los problemas del hombre ¨. Se me escapa un regate en forma de comentario, entonces el mayor aparta al chico, como diciendo, este es ganado bravo, déjamelo a mi: Caballero usted sabe que la vida esta muy mala y en la Biblia lo dice bien claro, abre la suya (con letras minúsculas), se pone unas gafillas y empieza a buscar  un versículo, murmura algo sobre Timoteo y un numero, no se como salir del lío, mi mujer pasa renegando de cómo ha dejado el perro el salón, le digo que ahora lo barro yo. El tipo casi grita cuando encuentra el párrafo ¡¡Timoteo tres¡ y me lo lee, se siente ganador, como si hubiera sacado la Perica en el rentoi, le da golpes con el dedo a los versículos para empujarme con ellos. Cuando  al  fin logro quitarme  de encima al profeta, a Timoteo y su mariachi, me vuelvo, veo la escoba y el recogedor en el quicio de la puerta del salón, sobran las palabras. Mientras barro, me acuerdo de los cebollas de camisa blanca. Si Dios estaba en mi casa y ahora lo estoy barriendo, esta noche se lo voy a endiñar a los de Limdeco. ¡Coño! a ver si así son capaces  de cobrarle la basura al Ayuntamiento, eso si que iba a ser un milagro y no la galguería del los panes y los peces.  

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