Queda lejano el tiempo donde toda la gente que circulaba por la Calle Nueva era de religión católica (más o menos) y practicante (más o menos). El mestizaje ha llenado de razas nuestras calles y con ellas sus respectivas religiones. Hay barrios con la fisonomía cambiada, las mañanas de los domingos, por ejemplo, se oyen los cánticos de una iglesia ortodoxa de Rumania, en la iglesia Mayor se da misa en polaco (estos pertenecen a nuestra iglesia), en fin por todos lados hay iglesias, afuera aparte de las de toda la vida. El mito de las tres culturas se ha ampliado a un puñado, hay más iglesias que bancos. La búsqueda de la espiritualidad tiene hoy en día multitud de veredas, cuando las cosas se ponen apretadas el hombre tiende a buscar su trascendencia personal y en vista de que andamos cortos de economía, el rezo puede ser una opción barata y relajante. En cualquier momento y cualquier lugar te asalta Dios en forma de acolito creyente, tratando de venderte la moto. La tarde de los sábados es placentera, propicia a dar una cabezada, te vas quedando clisado….De pronto suena el timbre y siguiendo una costumbre ancestral de mi casa, todo el mundo se hace el longui, cabreado me levanto abro la puerta, sin hacer uso de la mirilla, error fatal. Dos tipos jóvenes, altos, rubios, con camisa blanca, corbata negra, pantalones zainos y una plaquita prendida al pecho con su nombre. Dicen llamarse John Nosequé y Esteve Nosecuantos y vienen a darme una revista con un titular en letras grandes: ¨ Ahora Dios esta en tu casa ¨. Así, sin anestesia ni nada, porque ellos se lo creen. El perro los olisquea y se larga al salón, no les ha visto faena, el muy cabrón sale de naja dejándome tirado. Lo primero que se te viene a la cabeza es mandarlos al carajo, pero entonces tendrías que ampliar sus miras y explicarles donde queda eso, la siesta del sábado destrozada. Digo a todo que si, los tíos están que echan chispas de alegría, sin querer abusar de su suerte, me citan para la semana que viene, calculo que estaremos en Calahonda con mi madre así que cierro el trato. Ahora estoy en el sillón, oyendo de fondo la tele, abrazado a un ejemplar de una revista de espesor respetable, en tranquila duermevela. Me despierta un nuevo timbrazo, abro los ojos y me fijo en el suelo del salón, el perro se ha entretenido en hacer mixtos la revista, me la ha debido de quitar mientras dormía. Abro la puerta, otros que vienen de parte de Dios, uno jovenzuelo y el otro un hombre mayor. El muchacho trata de ponerme en suerte: Usted sabe lo malo que esta el mundo…¨ Dios da solución a todos los problemas del hombre ¨. Se me escapa un regate en forma de comentario, entonces el mayor aparta al chico, como diciendo, este es ganado bravo, déjamelo a mi: Caballero usted sabe que la vida esta muy mala y en la Biblia lo dice bien claro, abre la suya (con letras minúsculas), se pone unas gafillas y empieza a buscar un versículo, murmura algo sobre Timoteo y un numero, no se como salir del lío, mi mujer pasa renegando de cómo ha dejado el perro el salón, le digo que ahora lo barro yo. El tipo casi grita cuando encuentra el párrafo ¡¡Timoteo tres¡ y me lo lee, se siente ganador, como si hubiera sacado la Perica en el rentoi, le da golpes con el dedo a los versículos para empujarme con ellos. Cuando al fin logro quitarme de encima al profeta, a Timoteo y su mariachi, me vuelvo, veo la escoba y el recogedor en el quicio de la puerta del salón, sobran las palabras. Mientras barro, me acuerdo de los cebollas de camisa blanca. Si Dios estaba en mi casa y ahora lo estoy barriendo, esta noche se lo voy a endiñar a los de Limdeco. ¡Coño! a ver si así son capaces de cobrarle la basura al Ayuntamiento, eso si que iba a ser un milagro y no la galguería del los panes y los peces.
Vistas de página en total
jueves, 24 de mayo de 2012
viernes, 18 de mayo de 2012
INTEGRACIÓN A MANO ARMADA
Hace unos días veía con estupor, a un hombre aparcar en un sitio reservado a discapacitados, el tipo estaba de salud mejor que usted y que yo. Sin siquiera sonrojarse usurpó el sitio que por ley no le pertenece. A que negarlo, me encabroné y le dije que por favor quitara el coche, con una mirada displicente me dijo que iba a dejar el niño al colegio, dio media vuelta y se marchó tan ufano, ignorándome. Si el tío hubiera estado mas atento, se habría fijado en coche que tenia al lado esperando, este si que tenia derecho, en el asiento de al lado se podía ver su silla de ruedas. Me dio lastima el niño, por las pocas oportunidades de educarse junto al pedazo de carne con ojos, que le había tocado como padre. En mi niñez existían pocas medicinas, quizás porque se conocían menos enfermedades. Cuando alguien se iba por las patas abajo, en la actualidad, puede ser que tenga salmonella, colitis, gastroenteritis o algo parecido; antiguamente la cosa estaba más clara: Este niño tiene cagalera; te arreaban un sello de Tanagel y a otra cosa, así se llamaban a unas pastillas con sabor a tierra, mas grandes que el botón de un abrigo, esos si que eran sellos y no los del Forum Filatélico.
En el caso de las fracturas, lo mas innovador es aplicar una sujeción de plástico o una férula para fijar la articulación lesionada. Que diferencia con las antiguas escayolas, había que llevarlas durante una montón de meses, hasta que te la quitaban. Para rascarse se utilizaban agujas de hacer punto, los lápices u lo que fuera menester, con tal de quitarte el maldito picor que daba el yeso, mezclado con roña de muchos días sin lavarse. Infinidad de veces, el brazo o la pierna quedaba peor que antes de rompértelo, las cojeras posteriores eran consustanciales a la escayola. Durante mi niñez, los chiquillos jugábamos al fútbol en el Peacico Mateo, un solar que hoy ocupa un edificio en la Avenida Salobreña, para más señas donde se encuentra la pizzería El Horno o la heladería Perandres. Entre aquella chiquillería se podía observar a uno jugando de portero con una pierna enyesada hasta la ingle, producto de un desgraciado atropello. Cuando le marcaban un gol por la pierna mala, se llevaba la correspondiente bronca de sus compañeros, sin echar cuentas de la cojera. En el remoto caso de que el cancerbero intentara justificarse, haciendo hincapié en su dificultad física, era rápidamente callado con un destemplado: ¡No haberte puesto¡ El niño, herido en su orgullo, se remontaba, negándose en redondo a ponerse mas tiempo de portero, haciendo oídos sordos a las suplicas de los demás, acabando el partido de extremo. Cuando se producía una melé, hacia malabares para darle al balón con la pierna buena, mientras hacia palanca con la otra, acabando la mayoría de las veces por los suelos, ante la indiferencia del resto, más pendientes del juego que del esforzado delantero. Es de justicia decir que el muchacho le fue cogiendo el tranquillo a la pierna escayolada, tanto que había tardes en que marcaba dos y tres goles. Para nosotros todo estaba muy claro; era uno más y ya está. Nunca acabó de curarse bien de aquella lesión, lo que cual no fue obstáculo para que llevara una vida normalizada. Hoy en día, cuando me cruzo con él por la calle, nos saludamos con la complicidad y el cariño que da el haber compartido juegos infantiles.
La medicina actual es cien veces mejor pero en lo de la integración no hemos avanzado tanto, solo en el discurso: Ni se te ocurra decir cojo, te pueden condenar a galeras. Somos civilizados de boquilla, aquello de cagarse en los muertos del portero cuando le marcaban un gol, es impensable en la actualidad. Con los ciegos pasa lo mismo; hay que decir invidentes, es lo suyo, con la sola excepción de los cupones, entonces se puede decir ciegos, no es molesto, sobre todo si compras, además no pega decir: Me han tocado los invidentes, la única prioridad es la retórica. El lenguaje no es lo que hace daño, sino la actitud excluyente, por desgracia esa no ha desaparecido con el cambio de vocabulario. Respetar a todo el mundo no debiera ser una obligación cívica, sino moral y ética; los niños tendrían que llevarla de serie, forjada por el ejemplo de sus padres. Visto así, no veo yo que ejemplo le da un padre a su hijo dejando el coche aparcado en un sitio reservado a discapacitados, aunque luego, el muy cabron diga minusválido en vez de cojo. Con todo cariño a aquellos chiquillos, hoy hombres entrados en canas, que supieron soñar un estadio de fútbol, donde la gente solo veía un descampado.
LA ÚLTIMA JORNADA
En fútbol la historia se repite cada temporada, explosión de sentimientos al finalizar la ultima jornada de liga, la alegría y la tristeza van por barrios, los que se han salvado tan contentos y los que palman, llorando su desgracia. Todo comienza muchos meses antes, al planificar la temporada, entonces comenzaron las malas iniciativas pero nadie notó la diferencia, en enero un intento de remendar la situación, comprando deshechos de mercado; lejos de arreglarse, el lío engordó, las voces discordantes emputecieron el ambiente pero no ayudaron, se cambió al entrenador y nada, en ultima instancia se recurrió a un hombre humilde, de la casa, con la tradicional receta de echarle cojones, usease lo que en castizo vienen siendo parir o reventar. El caso es que el ultimo día algunos ya están condenados, otros logran llegar vivos, de puro milagro, aferrándose a un minúsculo porcentaje de posibilidades para escapar de la quema, mientras que unos terceros, contra todo pronostico, pueden palmar casi sin haberse enterado: Hace cuatro domingos tenían números para vivir un final de liga relajado y ahora se ven necesitados de una victoria salvadora, in extremis. Lo más grave es que el año siguiente vuelve a pasar lo mismo. Los que se van al hoyo son los que no han dado una a derechas, la justicia del fútbol hace que las ligas las ganen los equipos que pierden menos puntos. Una perogrullada que acaba haciéndose visible el último día, ya tarde, cuando se echan de menos los puntos entregados tontamente. Decía Bilardo (un canalla, obseso del fútbol y faltón) que en el fútbol se gana o se pierde por pequeños detalles que no se trabajaron. Para demostrarlo contaba siempre una anécdota: "Todos los días de semana en los entrenamientos, de dos a tres de la tarde, hacía que el Bocha Ponce le tirara centros a Hugo Gottardi para que cabeceara; todos los días. Una tarde fuimos a jugar a Córdoba; en medio del partido, Ponce tira un centro y Gottardi, de cabeza, convierte. A la mañana siguiente leo en un diario: Con un oportuno cabezazo ganó Estudiantes. ¿Oportuno? ¡Hacía cuatro meses que los tenía todos los días de dos a tres de la tarde tirando centros Ponce y cabeceando Gottardi!". En la vida real suele pasar como en el fútbol, la situación de nuestro país tiene muchas similitudes con el campeonato de liga, hemos cumplido, hasta ahora, con todas las fases de un equipo que puede descender, desperdiciando nuestro crédito en gilipolleces, perdiendo fuelle de mala manera, ahora no queda otra que el tiempo de la heroica (los cojones en motrileño antiguo), tratando de revertir la situación a ultima hora, con el agua al cuello. La tarea es ver como pasamos nuestra última jornada, si riendo, o por el contrario, llorando a lágrima viva, de nosotros depende. En fin, como dicen los toreros !Que Dios reparta suerte¡ ….!Y que nos toque a nosotros¡
domingo, 6 de mayo de 2012
EL NUBLAO
Sábado por la mañana
amanece un día gris, que feos son los nublados, mas al norte estarán
acostumbrados pero nosotros lo llevamos mal. La gente anda por la
calle de otra manera, con mas prisa, de vez en cuando mira al cielo,
entreviendo los tonos de las nubes, tratando de adivinar cuando
caerán las primeras gotas. Hasta mi perro, Nerón, parece no estar
tranquilo en la calle, anda de árbol en árbol, marcando territorio,
muy aplicado en acabar la tarea y largarnos a casa, alza la pata por
veinteava vez, sale solo una gota, barre con las patas traseras la
marca y se vuelve en dirección al barrio, va con prisa, este perro
sabe mas que los ratones colorados,ahora, pienso yo, me pongo las
zapatillas y me siento a leer, tan agustico. Mi mujer nos espera
emboscada, en cuanto nos ve entrar por la puerta, nos endiña algo
que hacer: Llegate a por el pan, nos ha cogido en fuera de juego,
pocas excusas se me ocurren. Es que me ha llamado un
amigo....¿Quien?, tiene un poligrafo en la oreja, se me nota mucho. El perro, que espera
pacientemente a que le quite la correa, se encabrona cuando lo
arrastro hasta el ascensor, mira alternativamente a la puerta de la
casa y a mi, le falta una chispa para arrancar a hablar, si le
valiera me diría ¨ gilipollas que es para el otro lado¨. Aquí
estamos los dos, hombre y perro haciendo mandaos para la reina de la
casa, por tontos, mayormente yo, el perro no ha opinado. Cuando me
toca el turno pido mi pan lo pago y salimos tirados, ahora si, me
esperan las alpargatas y el libro, no me pienso mover del sillón en
todo el fin de semana. Llego a la puerta de la casa .echo mano a las
llaves ¡Mierda! Con las bullas me las dejé en casa, no importa,
llamo al portero, vuelvo a llamar, me dejo el dedo
pegado en el timbre,a ver si revienta, no hay nadie. En veinte minutos he pasado
de aspirar a estar repantigado en mi casa a ser un sin techo,
encabritado llamo por teléfono a mi hijo¨Estoy en Granada¨ ¡ Ahí
es donde tienes que estar! !En vez de estar en tu casa¡ Se ríe, se
cree que es una coña, mejor lo dejo. Llamo a la parienta, le digo
que me he dejado las llaves dentro, tarda poco en decirme que estoy
tonto, eso si,desde el cariño. Estoy en el hiper, recogeme aquí y
nos vamos los dos para allá, cuando termine. Mientras hablo por
teléfono, el perrillo esta sentado pacientemente, apuntando para la
puerta, ni sueña con la caminata que le queda. Le doy un tirón a la
correa y lo azuzo para que comience a andar por la Avenida de
Salobreña, en dirección a la salida del pueblo, llegando al final
de la calle comienzan a caer unas gotillas del cielo encapotado,
aligero el paso tratando de huir de la quema, llegando a la altura
del Reloj de Vitoria la cosa se pone chunga, ya no puedo retroceder
por culpa de las malditas llaves así que aprieto el paso sin ninguna
ayuda por parte de Nerón, ahora se le ha acabado la prisa, ha debido
pensar que en vista de que no hay casa, mejor es chapotear en todos
los charcos. Llegamos al hiper chorreando,espero a mi mujer en el
aparcamiento, tiritando. Aparece al rato, el carro del super trae galumba,
nada mas vernos el comentario: Estáis hechos una sopa, como vais a
poner el coche... hago esfuerzos por no devolver el fuego, respiro
hondo y digo a todo que si. Comenzamos a cargar el coche, a Nerón le
ha quedado el sitio justo, lo mete mi mujer de un puñado entre
gruñidos. Cargados hasta las manillas, subimos los tres, apretados
en el ascensor. Comenta mi mujer: Ahora, mientras yo hago la comida,
lava al perro, te duchas y luego os sentáis los dos en el salón.
Salí de alba de la casa, vuelvo cerca de la hora de comer,todavía
tengo que petrolear al perro y luego darme una ducha. Moraleja: El
hombre y el perro proponen, Dios y la autoridad competente (en
nuestro caso la parienta) disponen, con arreglo a lo que les salga de
salva sea la parte y eso es lo que hay.
martes, 1 de mayo de 2012
SURF AL TROTE
Bajaba calle Nueva abajo
con la moto,sobre las cinco de la tarde con un frío de ley, a la
altura de la plaza de la Aurora me fijé en dos
jovenzuelos,transitaban con sendas tablas de surf, de esas cortas
que no llegan a un metro de largo, despeinados como de haberse bañado
hacia poco; un escalofrío me recorrió la espalda arrebujándose
dentro del carenado de la moto. De un golpe sentí el peso de los
años, tiene narices, uno con mas frío que una pajarica y los
muchachos de bañarse en la playa en pleno mes de enero. Los
surfistas se suelen concentrar en la playa de Las Chuchas, durante todo el año, mar adentro, esperando la ocasión propicia para remar
frenéticamente y seguidamente erguirse sobre la tabla, haciendo equilibrios, hasta
llegar hasta la misma orilla de esta guisa; a continuación se
acuestan sobre ella y vuelven remando junto a los demás artistas
del oleaje. A estas alturas de mi vida, esta será otra de las cosas
que seguro ya no voy a hacer, lo digo sin rencor, uno tiene que ir
asumiendo que no todo esta al alcance de cualquiera, saber donde esta
el limite es un síntoma de madurez, en este caso lo digo con
conocimiento de causa, les contaré lo que presencié el pasado
verano.
Hacia tan bueno que mi
compadre insistió en que fuéramos a la playa, así que nos instalamos en
las Chuchas para pasar el día con las parientas, el mar estaba como un
plato,ni una ola. Al lado nuestro , a escasos cincuenta metros, los
surfistas se concentraban en la arena, un montón de tablas tiradas
al tres-bolillo, faltas de olas a las que cabalgar.Un hombre, entrado en
años ,venia paseando orilla adelante , al pasar junto a la peña de
surfistas , uno de ellos se dirigió a el llamándole la atención,
eran conocidos , se saludaron y mientras hablaban , el muchacho
mostraba la piara de tablas varadas en la arena y luego señalaba
al mar, apoyándose en otros gestos explicaba algo al hombre,supongo que el funcionamiento del artilugio, este
seguía atentamente los comentarios, observando la tabla
con curiosidad, en un momento determinado el chico hizo una
demostración de equilibrio: Arrancó a correr con la
tablilla debajo del sobaco, paralelo a la orilla , la dejó caer
sobre los escasos diez centímetros de agua de la orilla y se subió
encima deslizándose con facilidad cerca de donde estábamos
nosotros , por lo menos cincuenta metros había recorrido en la
tablilla, con la simpleza que había realizado la maniobra parecía
muy sencillo. Eso debió de pensar el hombre pues le echó mano a la
tabla , sin prestar atención a las objeciones que le estaba poniendo
el muchacho. Estaba tirado , total era arrancarse a trotar,
dejar caer la tabla sobre el lecho arenoso con poca agua y ya
esta, deslizarse como una silfide, paralelo a la orilla.
Era la teoría, en la
practica fue mucho mas difícil; el tipo puso en marcha su voluminoso
cuerpo con la tabla en el sobaco, como si de un portafolios se
tratara, no había coordinación en sus movimientos así que en la
primera intentona ni siquiera atinó con la tabla,pisó en la arena
mientras esta cogía las de Villadiego. En el segundo intento hubo
mas suerte y el voluntariosos aprendiz de surfista se subió en la
tabla pero por poco tiempo, pegó una costalada que recordarla me da
dolor de espalda, el muchacho acudió raudo a ver qué le había
pasado al hombre (aunque yo creo que le preocupaba mas la tabla). El
pobre desgraciado intentaba aparentar estar perfectamente, aunque no
le le salia muy bien, no le quedaba aire ni para quejarse, al cabo de
un minuto el hombre señaló su reloj argumentando lo tarde que era,
continuando su paseo. Al pasar cerca de nuestra sombrilla, el pobre
desgraciado, trataba de mantener la compostura, disimulando con
dignidad pero cada pie que hundía en la fina arena iba acompañado de un
quejido por lo bajini, allá que se fue el eccehomo, remedo de
surfista. Me volví hacia mi compadre y le dije: Compadre ¿probamos
nosotros? , me miró con desprecio ¡Vaya
usted a la mierda compadre¡ ¿Quiere usted que nos pase como al
cebolla ese? !A nosotros ya se nos pasó el arroz¡. Continuamos
echando el día tan ricamente, peleándonos con las parientas y
tomando el sol. Es lo que hay, ni Prozac, ni ansiolíticos, ni
siquiera vida sana. Contra el envejecimiento, lo mejor es un
compadre que te mande a la mierda a tiempo, eso si, hablándote
de usted.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)