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martes, 10 de mayo de 2011

Sonrisa de propaganda

VOTAR DERECHO

Domingo por la mañana, día radiante, la madrugada del sábado me quedé a ver el combate de boxeo Paquiao-Moxley, una pérdida absoluta de tiempo, paliza fea del primero sobre el segundo, la mañana me sorprende dormido. Los perros no tienen reloj, oigo unos quejidos en tono menor a los pies de la cama. Mi perro, sentado, exigiendo su paseo dominical, aquí reclaman sus derechos hasta los perros, mi mujer se hace la muerta, ¡¡a levantarse tocan¡¡. Con las legañas como torrijas me levanto, una garfá de agua por la cara, me pongo lo primero que pillo y salgo a la calle a pasear al mamón del perro que no respeta ni siquiera al mejor boxeador de todos los tiempos, libra por libra. Apenas hemos salido del portal el perro sale tirado para un cartel electoral, levanta la pata y retrata al candidato con una meada calculada en su dosis, justo sobre la corbata. No le doy importancia, continuamos paseando, al cabo de unos metros vuelve a mear, me fijo en que esta meando sobre el mismo candidato de la vez anterior, ha pasado por otros dos partidos sin piar, hasta que ha llegado a la farola especifica, ni antes ni después, la que el quería. ¿A ver si el perro esta poseído? ¿me estará mandando un mensaje?. En fin, seguimos con nuestra ruta, comienza dar tirones de la correa hasta llegar a un cartel caído, abre el pataje y le larga una cagada del quince encima, con curiosidad leo las siglas del partido, no es del mismo de las meadas, empezaba a obsesionarme, mis cosas. Al intentar continuar con el recorrido habitual el perro se resiste, como me da igual lo dejo que él decida, al entrar en la plaza de España vuelve a cagar sobre un folleto tirado en el suelo ¡¡¡joder si es del mismo partido de la anterior cagada¡¡ Se para un momento y me mira, me acojona
¿a ver si el cebolla este va a ser como el pulpo del mundial, pero cagando y meando? después de recoger la segunda mierda le pego un tirón de la correa y le digo con rigor ¡¡¡ tu, no vuelvas a votar que no he traído mas bolsas¡¡¡ Una señora mayor que pasaba por nuestro lado me mira asustada ¿Que dice usted?, ¡¡perdone¡¡ perdone¡¡ ¡¡quería decir cagar, es que me he confundido¡¡ La buena señora aprieta el paso, despavorida, convencida de que me han cambiado la medicación y la he rechazado. Repuestos los dos del susto continuamos plaza de España arriba. Unas palomas están comiendo de lo que les ha dejado algún desaprensivo, compruebo que no hay nadie, suelto al perro que sale como una flecha en dirección al grupo de palomas, allí llega ladrando alegremente, las aves arrancan a volar en bandada, por un momento el perro se siente el amo de la plaza, es un juego que le permito y del que disfruto viéndolo correr con agilidad felina. Lo llamo para trabarlo con la correa, suele venir en seguida, hoy se muestra renuente, mira para un lateral de la plaza, ha visto algo, se sube en uno de los polletes de hormigón, levanta la pata y mea, me acerco a trabarlo y miro donde ha meado ¡¡Bingo¡¡ ,lo que me temia,encima de una cuartilla donde figura el programa del partido de las meadas anteriores. Miro fijamente al perro, compruebo que no viene nadie, lo cojo de un puñado, le doy dos zaleones y lo dejo en el suelo, de mala manera, me mira con cargo de conciencia, la orejas gachas y el rabo entre las piernas, no es necesario hablar, ya nos hemos entendido. Continuamos el paseo sin ninguna gilipollez por parte y parte, tan tranquilícos, al llegar a la puerta de casa hay un grupo de personas repartiendo programas de un partido. Del pequeño barullo sale alguien a intentar contarme lo bueno que es su partido, me entrega una cuartilla con el programa, intento poner cara de interés, a los pocos momentos oigo una exclamación a mi lado, uno de los del grupo exclama ¡¡Este perro se ha meado en mis pantalones¡¡¡. Pego un tirón del perro, me disculpo precipitadamente, lo meto en el portal de morrillazo. En el ascensor miro al perro, sentado tranquilamente, como si con el no fuera, leo y releo lo que pone la cuartilla, no hay duda, la misma de todas las meadas anteriores, cuando llego a casa se lo cuento a mi parienta, nos mira a los dos, midiendo a ver quien es mas tonto, por la cara que ha puesto he ganado yo. Mientras estoy escribiendo esto, el perro esta dormido a mis pies, espatarrado, como si hubiera terminado su jornada de trabajo, con la sensación del deber cumplido, a ver quien es el guapo que lo saca a la calle de aquí hasta que pasen las elecciones.

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