DOMINGOS DE PLAYEO
La gente joven es mas de
trasnochar, los que ya vamos para viejos tenemos otras costumbres. Madrugar
esta reservado la gente de edad, no hay mas que ver el personal que circula por
la calle a las nueve de la mañana de cualquier domingo, si acaso te encuentras
con algún grupo de zagalones es que van de retirada. Desde hace unos meses se ha hecho obligatorio, para la
parienta y para mi, el paseo por la playa de Poniente, acompañados por el pastor
alemán que llegó a mi casa de rebote, el verbo utilizado para describir tal
actividad es playear y la acción el playeo (Términos acuñados por mi amigo José Miguel Moreno Sabio, a la sazón
insigne músico motrileño). Cuando
llegamos a la altura del chiringuito llamado Tuareg, nos sentamos a desayunar tan agustico,
cerquita de la orilla, con un paisaje espectacular. El caso es que se ha ido
agregando mas gente, formando una especie de peña de conocidos, disfrutando
todos de un rato de cháchara, afuera aparte del desayuno en la mismitica orilla.
Lo que era un tramite de veinte minutos se ha acabado convirtiendo en una
tertulia en toda regla. Lo mismo ha pasado con los perros, nos juntamos con
cinco o seis el rato que estamos sentados, mañanas de largas conversaciones
entre conocidos donde se repasa lo que ha pasado en el pueblo, las mujeres
cargando las tintas sobre la fulanita que ha puesto en la calle al marido o
aquel bandido que le da mala vida a la mujer, lenguas viperinas que en el
primer arreón arrasan con cualquier desgraciado que se ponga por delante. Por
la zona trasera del chiringuito transita todo el personal que se dedica a hacer
footing o simplemente a andar deprisa (seguro que también tiene un nombre
terminado en ¨ing¨). Desde donde estamos sentados se ve la orilla y el carril,
cuando te aburres de hablar de lo bonica que esta la mar, le pegas un tizonazo
a cualquiera que pase por el camino: Compadre mire usted quien va por ahí. Coño
que joven esta, si hasta se tinta el pelo de castaño. Si andamos listos se la
metemos doblada a las parientas. Pues mire usted compadre la guayaba que lleva
al lado, enseguida hay alguna que pica: Es su hija. ¡Que va¡ es su nueva mujer.
Se tiran como hienas sobre el pobre desgraciado que va tan tranquilo haciendo deporte, seguro que le
esta picando la coronilla. Ese es un cualquier cosa, no le dará vergüenza , las
mujeres corporativas ellas. Si acaso mi compadre se estira y le da otro
tizonazo: ¨Pero ese hombre tiene derecho a ser feliz¨. Se lo quieren comer, nos
reímos un rato con el rebote que han pillado y seguimos hablando de todo.
Mañanas sin aspiraciones, momentos de tertulia intrascendente, raticos que
hacen dulce el pasar del tiempo. Mientras todo esto acontece, mi perrazo Rex,
aquel perrillo sarnoso que recogimos de un contenedor hace un año, echado a la
sombrica de la silla, me mira con ojos profundos, la lengua sacada para
defenderse de la calima, majestuoso, como diciéndome: Compañero aprovechemos
este rato por si las cosas se ponen putas mas adelante, disfrutemos de estos
ratos mientras podamos. Sabiduría perruna de uno que ya las pasó canutas
mientras vivió en la calle. Le acaricio el
cabezón mientras veo llegar el melillero por el horizonte. Gracias compañero.
Gracias por lo de insigne, aunque no es para tanto, y gracias mayores aún por lo de "amigo", pues esto sí que me gusta. Espero, si seguís en la tertulia, unirme a vosotros este verano de vez en cuando, pues a mi perrilla Nalita le encantan los paseos playeros. Esto podrá ser siempre y cuando no se invadan espacios prohibidos para perros; pues aunque en la playa se vea a niños y menos niños ocupados en hacer aguas, menores y mayores, sabido es la prohibición de que nuestros animalicos pisen la arena en verano bajo amenaza de multa y no está el horno como para regalar los bollos que tanto trabajo nos cuesta cocer. Un abrazo y hasta pronto.
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