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miércoles, 16 de abril de 2014

VIDA DE DISEÑO

Pasad, pasad, estáis en vuestra casa, de esta guisa nos recibían los dueños de una casa en la capital, hasta aquí todo normal, nada que objetar. Sentaos donde queráis, miro a mi mujer intentando adivinar que quieren decir con eso de donde queráis. En el salón de aquella casa no había apenas muebles dos especies de huevos de dinosaurio a modo de cojin-sillón y tres sillas, hechas de varillas metálicas, como para ir a cazar perdices al puesto, en medio de la habitación una mesa enana de cristal y pare usted de contar, las paredes de un blanco nuclear, lo mas parecido a un quirófano. En mi casa todo es minimalista, nos explica el marido, asiento como si yo supiera de lo que esta hablando. Para no parecer muy cateto espero a que mi mujer se siente a ver como me las apaño. Ella se sienta en el cojín gigante y yo elijo la silleta estrecha donde solo cabe un cachete, no es por llevarle la contraria, sino por una mera cuestión de probabilidades, calculo yo que así  uno de los dos no hará  el ridículo. Me ha tocado a mi, mi mujer parece haberle pillado el tranquillo al cojín y le echa rostro a la conversación: Hay que ver lo bonita que tenéis puesta la casa. Todo es de diseño, nos la amuebló un decorador muy famoso de Madrid, venid que os la voy a enseñar. Pego un salto, huyendo de la silla turca, pero la muy jodida se me pega al culo y me la tengo que arrancar de un tirón, trato de parecer desenvuelto al soltarla en el suelo, pero se me cae, el hombre me echa una mano tratando de dejarla entinguirillada, con mucho cuidado nos retiramos hacia atrás, por fin se queda quieta. El dormitorio es una cama a menos de una cuarta del suelo y el colchón es estilo  japones, hecho en la isla de Okinawa, así lo recita la anfitriona con desenvoltura como si Japón estuviera mas allá de Carboneras, de esta cama levantarse a media noche a mear es un poema,mejor  llegas al retrete cuerpo a tierra. Ese cuarto de baño,todo negro, mas negro que el sobaco de un mono, la bañera negra, los lavabos negros los grifos y hasta la cadena que sujeta el tapón del lavabo, lo mas parecido a un nicho pero en cuarto de baño, eso si ,el espejo es un espejo (como habrá estado el diseñador, largo por lo bajini a mi mujer, soltándome esta un codazo ,de esos que sueltan las mujeres cuando dices una inconveniencia). Volvemos al salón y yo empiezo a pedir la hora a escondidas a mi mujer, pero ella  se hace la longui. Con una maniobra hábil  adelanto a mi parienta y me tiro sobre  el cojín gordo,no me caigo de milagro,parece un chinchorro en la escalerillas reales en día de poniente. La dueña de la casa hace amago de sacar un piscolabis y mi mujer se ofrece a ayudarle, no veo la hora de salir del lio. Al rato se oye un tintineo de cristales aparecen las dos mujeres con una camarera de cristal y seis u ocho platillos con cosas de picar, lo ponen todo en la mesa baja, yo calculo el movimiento para no darme una cornada al caerme del cojín, un sudor frio me corre por las sienes, digo que no tengo hambre y paso el trago con dignidad , tres cuartos de hora después salimos de allí, alegando que tenemos que volvernos a Motril. Cuando vamos andando para el coche, le digo a mi mujer: Paqui tenemos que volvernos. ¿Porqué?. Me he traído una silla pegada al culo. Pues te la dejas ahí hasta que lleguemos a Motril, yo a esa casa no vuelvo. 

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