NUEVO,VIEJO, BUENO,USADO
Cuando yo
tenia catorce años, un domingo cualquiera, mi padre me llamó a su dormitorio. Estaba sentado en el
borde de la cama, con el cajón de la mesita de noche abierto, con mucha mimo
me mostró un reloj entre sus manos. Me contó
la historia de aquel reloj, de como mi abuelo lo había heredado de su padre y
las peripecias que este había pasado, para juntar lo que valía un reloj en
aquella época. Terminado el relato, me dio el reloj para que lo tuviera en mis
manos. Extendió su mano gigante reclamando la pieza, se lo devolví. Con
solemnidad me dijo: ¨Algún día este reloj será tuyo¨, devolviéndolo al cajón y
cerrando la mesita de noche, ahí acabó la conversación. El orgullo filial me
salia por las tapaderas del sentido, con aquella promesa, el domingo se había
hecho mas luminoso, me sentía un poco mas hombre o lo que fuera, dispuesto a no
desmerecer el alarde de confianza en mi depositado. Durante años hemos llevado una vida trepidante , tanto hemos
corrido que la torta ha sido de sanatorio, hemos confundido los temimos nuevo,
viejo, bueno y usado, hasta hacernos un lio. El jodio consumo y su herramienta
,el dinero, ha hecho que nuestros hijos confundan conceptos que en mi
generación estaban claros como el agua. Un reloj solo tiene una función básica,
lo que viene siendo dar la hora, no hay mas.
La inflación relojera ha seguido la pauta del consumo, de tal manera que
ahora debe de haber una media de veinte
relojes por muñeca, sea esta del tamaño que sea. Un mercado saturado de cientos de miles de
posibilidades de comprar un reloj; desde los de a euro la tirada (el
tradicional reloj del chino) hasta esos
pelucos que lucen orgullosos, los iconos de la moda, autenticas
cafeteras de oro y brillantes. Tíos catetos , nuevos ricos que creen que cuanto
mas caro el reloj mas importantes son, autenticas maquinas de medir el mal gusto, del tonto que se las pone, con una
sola función básica: Dar la hora. Un reloj es una mera pieza decorativa, ya
nadie lo necesita para medir el tiempo: Cuantas veces te pasa: que llevando el
reloj puesto, enciendes el móvil para ver la hora, si estas frente a un
ordenador en la parte de abajo, a la derecha, esta la hora en cuatro dígitos,
ver la hora ya es solo cuestión de abrir
el ojo, no de doblar la muñeca. Curiosamente todo este dispositivo tecnológico,
no ha acabado con el puto vicio de llegar tarde a los sitios, con la vieja
excusa de no darse cuenta de la hora que era, tiene cojones la cosa. Este mes voy a cumplir
cincuenta y siete años, el sábado abrí el cajón de mi mesita de noche, rebusqué
entre los chochos que allí había, saqué el reloj que mi padre me dio cuando él
ya era viejo. Se me hizo un nudo en la garganta, recordándolo a él y pensando
si me lo había merecido. Ya mismo me tocará pasarle el viejo reloj a un hijo
mio, como hizo mi padre , se le han borrado las letras de la marca y no funciona, aun así, no lo cambiaría por ningún
otro reloj , por muy valioso que este fuera, el mio vale más. El viejo reloj
siempre estuvo en manos que trabajaron y pelearon, pasó buenas y malas épocas,
defendiendo siempre a la familia, tratando de hacerlo lo mejor que sabían, con
mucha dignidad. En estos tiempos convulsos, plenos de oscuridad, me consuela
pensar que todo no esta perdido, mientras el viejo reloj continúe guardado en
la mesilla de noche, esperando el relevo. Gracias papá por darme un reloj que
mide mas cosas que el paso del tiempo. Mi mujer entra en la habitación, me ve
sentado en el borde de la cama ,inclinado sobre algo y con la luz apagada. Me
pregunta acojonada ¿Te pasa algo? Nada
mamá, que me estoy haciendo viejo. Esto ultimo lo pienso, no lo digo, mi
parienta lo de los años lo lleva fatal.
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