ARDER EN EL INFIERNO 323
Morirse es una jodienda, a que
engañarse, pero es lo que hay, todo el mundo palma. La cultura funeraria dice
mucho de los pueblos (los egipcios, los mayas,etc.). En todo tiempo y lugar,
los muertos han sido bien tratados, bueno en todos lados, menos en un pueblo de la
costa Tropical, donde se les trata como si fueran paquetes de Seur.
Si eres un muerto normal, de una
ciudad de medio pelo y te da el antojo de incinerarte, lo tienes fácil, déjalo
dicho y todo arreglado, en un pispás te ves ardiendo en el crematorio del
pueblo, pero amigo, la cosa cambia si eres de Motril. Si por darte el pisto te
has apuntado a la incineración, vete
preparando una mochila,con comida para el camino, el mas allá queda lejos de Motril. Ya tenemos tanatorio, tan bonico, con crematorio incluido, en su
día se formó un lío entre políticos, interesados y vecinos, a cuenta del
susodicho horno, ganó la opción de dejarlo parado (de momento). A nadie se le pasó por la cabeza arrancar el pleito,
cuando el tanatorio estaba en los
cimientos, acudieron a pensar en la
historia, cuando ya estaba todo el tinglado montado, el resultado final es un tanatorio con crematorio en perfecto orden de
revista…..mas parado que el caballo de un fotógrafo. El descanso eterno esta
cerca de la capilla, pensará el muerto mientras le echan el responso, pero hete
aquí que la caja lleva un zaleón y la embarbetan en un coche funerario,con
dirección a Pinos Puente, acompañado por una reata de coches con familiares, Ha
comenzado un segundo velatorio, fuera de programa, lo que podríamos llamar la
ruta de las lagrimas, mas que nada por el panorama. Si has fenecido en verano, el
atasco viene de serie, imagen esperpéntica del coche fúnebre, entre dos
coches llenos de gente joven bailando reguetón. Cuando el tren funerario enfila la
doble vía de la carretera nacional la cosa parece aligerar, sueño fatuo, pues
llegando a Granada la cosa se tuerce con otro tapón de trafico. A estas
alturas, el muerto esta arrepentido de su capricho, pero es lo que tienen los muertos,
que no se pueden echar atrás, así que el tipo, resignado, espera pacientemente
a ser fogata orgánica. Le falta poco para levantarse de la caja y abrazarse al del horno, cuando se percata
de que por fin ha llegado la tan ansiada cremación, ahora comienza la larga
espera del guiso funerario para los dolientes. Estos, sin nada que hacer, se
alargan al bar, para hacer mas liviana
la espera y claro, con tanta relajación, la cerveza empieza a correr
generosa. Cuando devuelven el fiambre hecho ceniza, el jolgorio etílico es
generalizado, tal ambiente festivo jode al pobre fiambre, oyendo las risas
flojas de la comitiva pasada de quintos. En ese momento, un pariente da la orden de
marcha con habla de borracho, en direccio al cortijo del finado, donde se van a
esparcir las cenizas. Ya es de noche cuando la urna aterriza en un bancal de su
cortijo, por fin se acaba su vida en la tierra, ni pensar en aparecerse como
fantasma, no vayan a quemarlo otra vez. Cuando uno de Motril se acerca a su
juicio final, la primera pregunta de San Pedro es siempre la misma ¿Enterrado o
incinerado? Si el finado contesta lo segundo, sale un ángel y se lo lleva
directo al paraíso, por muy hijo de puta que fuera en vida, la penitencia se le
da por buena, con todo lo que ya pasó en su pueblo,tratando de incinerarse.
Hacer un referéndum no esta solo al alcance de los catalanes, hay mas razones para una consulta popular,
solo hacen falta tres condiciones: Alcalde, papeletas y cojones para
hacerlo.
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