Frecuentemente se oyen frases
como: ¨A mi las películas que me gustan son las de evasión,las de no pensar ¨
¨ Los libros buenos son los que lees de un tirón, sin tener que calentarte la
cabeza ¨ ¨ Unas vacaciones buenas son para
estar tirado sin hacer nada, todo el día en blanco ¨ . Es el signo de los tiempos,
hemos hecho un icono de tocarnos el bolo, lo enrollado es no hacer nada, cuanto
mas rato mejor. Eres un ídolo de masas si consigues pasar tu vida entera sin
tener que dar un palo al agua. Así las cosas, no es de extrañar, por tanto, que
la ruina nos coma como el ácido, la crisis nos ha cogido en bragas, justo
cuando menos hacíamos y aun todavía, algunos no se lo explican. La vida es
trabajo y sacrificio la mayoría del tiempo y
no una absurda evasión que no lleva a ningún sitio, la meta es el
progreso y este se obtiene con la vieja receta del esfuerzo, tanto mental como
físico. Durante años nos han estado convenciendo de que todo se podía hacer sin
esfuerzo, la carrera tenía trampa, sin molestarte, conseguías milagros como:
Aprender ingles, tener los abdominales de Ronaldo o eliminar las varices con
una pomada. Viendo la tele, a lo polla, aprendías, hacías gimnasia o te
operabas de las piernas, lo hacías todo mientras te evadías. Nos hemos tragado
la papilla de la vida regalada y ahora se nos esta indigestando, la gente,
desorientada, se dedica al noble deporte de culpar al de mas
allá, huyendo de la responsabilidad sociológica, que por supuesto es
compartida, en mayor o menor medida por el cien por cien de la población (no se
escapa ni el tato). Vivimos rodeados de comodidades a las que no damos
importancia, sin percatarnos de que son
fruto del esfuerzo continuado de una serie de personas que han entregado a ello
mucha energía. Los jóvenes, fruto de esta generación, han sido educados en el
clima de regalo constante, será difícil convencerlos de que la relación entre el esfuerzo y el premio
es de diez a uno y no al revés. Lo que queda es un paisaje lunar, la ruina más
absoluta: Los campos baldíos las fábricas cerradas, rastrojos de vida aquí y
allí. Todos han decidido por nosotros, mientras
vivíamos sin esfuerzo, arreglaban nuestro futuro, la calidad real de
vida se iba al carajo. Cine de evasión, literatura de evasión, vida de evasión;
zombis cómodos al servicio de una clase política que nos ha usado a su antojo,
la culpa no es de ellos, toda nuestra. Esta situación también da oportunidad a
héroes anónimos, que día a día pelean
contra el marasmo moral, lejos de las quejas estériles, sin buscar culpables,
cumpliendo cabalmente con su responsabilidades, con animo renovado. Sobre este
reducto de valientes recaen todas las esperanzas de nuestra sociedad, va por
ellos. De esta se sale, se tardará tiempo y costará muchos sacrificios, es la buena o mala noticia,
según se mire.
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