LOS IMPUESTOS
No sé en qué momento comenzamos a desviarnos de la realidad,
imposible determinar el momento en que todo el mundo empezó a pensar en el
estado del bienestar, como sinónimo de tocarnos los cojones al alimón (los dos
a la vez). Como todas las modas, el origen es desconocido, no se sabe quién fue
el padre de idea tan luminosa. Existen tantas medidas sociales y tan variadas,
que es altamente complicado controlar tanto gasto y lo más importante: Localizar
la idea sobre la que se sustenta tal ola de solidaridad económica. El
esfuerzo del que contribuye, acaba viéndose como una obligación, que no tiene
por qué agradecer el que lo recibe, menospreciando este, el valor de las ayudas dispuestas (pero en ningún caso rechazándolas,
menos a una piedra). No es de extrañar que ante tal desatino, se haya
desarrollado la cultura de no hacer nada, que ya caerá el dinero del cielo. Por
ejemplo hay ayudas que entorpecen la marcha del mercado de trabajo, todos hemos
oído como una propuesta de trabajo es rechazada por no merecer la pena, ganar
unos cientos de euros más de lo que se recibe de ayuda, no compensa, si tienes que
trabajar. Individuos que se aprovechan de un sistema de garantía social,
excepcional, hecho solo para gente que lo necesite. Si lo que vas a ganar
trabajando es casi lo mismo que cobras tocándote los huevos, blanco y en
botella, el camino corto es más fácil. Para disfrutar de este sostén económico,
el político de turno te suele pedir una
pequeña contribución, en forma de voto, en la mayoría de los casos, o a lo sumo
dos noches pegando carteles. En cuanto salga, yo me encargo, ese es el mensaje del caudillo a la masa de pobres de
espíritu. Llevo cuarenta y un años trabajando, toda la vida en la calle,
contemplando como gente que se ha roto la espalda apencando, es tratada peor
que el doliente profesional, hablando mal de todos y recurriendo a la mala
suerte cuando se trata de trabajo. Gente que siempre tiene una explicación para su mala
vida: básicamente el odio al que tiene más que él, sin pensar en que este se
levanta al ser de día y contribuye con su esfuerzo impositivo a que toda la
maquinaria solidaria se sostenga, a pesar incluso, de la maraña de paniaguados.
Parece que el dinero de tus impuestos es despreciable, nadie sabe los
quebraderos de cabeza que pasas para pagar(a los que lo distribuyen y lo
reciben se la sudan). Mientras tú las pasas putas, los que reciben el producto
de tu esfuerzo, se la envainan y no dan las gracias. Yo no sé tú, pero yo me pongo de mala leche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario