DANTE
El año pasado por el mes de mayo,
nos trajeron un perro de tamaño pequeño con, año y medio de edad, para ser adiestrado en rescate de personas. Dante, un pastor
belga Malinois, con una historia muy frecuente,
por desgracia, en esta raza: Una familia lo había comprado como animal de
compañía siendo un perro de trabajo, con su correspondiente alta energía.
El resultado final había sido el abandono en una oscura cochera durante meses, hasta
que alguien lo recuperó para darle una vida funcional. Los primeros días fueron
de adaptación, nosotros sin experiencia en trabajo con un perro ya maduro y él habituándose a una
situación totalmente nueva. Con paciencia fuimos acoplándonos unos a otros.
Comenzamos sacándole el ladrido
demandando el juguete y el juego con el mismo. A continuación las primeras búsquedas simples que poco a poco se fueron complicando. Casi sin darnos cuenta,
pasaron dos meses, Dante ya tenía claro cuál era la función de un perro de
rescate. Los retos fueron subiendo de nivel hasta que dimos nuestro trabajo por
terminado. Como todas las despedidas, la de Dante nos dejó un regusto
agridulce, por una parte la alegría por
haber terminado nuestra misión, por otra tristeza al perder de vista al pequeñín. De vez en cuando
seguíamos sus trabajos por las redes, ya no nos acordábamos de él, cuando recibí una llamada diciendo que habían devuelto el perro pero iban a intentar colocarlo en una empresa de
seguridad , para el registro en camiones en busca de polizones. El perro podía
hacer ese trabajo sobrado, pero para más seguridad, dije de traérnoslo
unos días y refrescar el concepto.
Dante trabajaba con buen ánimo, demostrando una actitud buenísima, pasado un
tiempo, nos tocó despedirnos otra vez. Al mes exacto nos vuelven a llamar; el
perro está en una perrera. No lo
dudamos,, decidimos que no íbamos a
permitir ni una vuelta más: El perro se quedaba con nosotros para siempre.
Fuimos a Granada y nos lo bajamos con
los nuestros, el perrito saltaba de alegría y nosotros contentos de contar con
un nuevo perro en la unidad. El primer día que fuimos al campo observamos que
el perro no calculaba bien las distancias. La veterinaria nos avisó de que el
perro no veía, tenía inflamadas las corneas. Lo llevamos al hospital veterinario
donde nos confirmaron la terrible noticia: Desprendimiento de retina en los dos
ojos, visión irrecuperable. Nuestro Dante estaba ciego. Curiosamente el perro trabajaba, a pesar de todo, así que no íbamos a dejarlo en una jaula toda la vida,
lo sacaríamos al campo, todas las tardes con los otros.. le proponíamos los mismos trabajos que a los otros perros , no sabemos como pero cumplía, pasando por encima de sus limitaciones, ladrando al figurante con energía y jugando con este. La ceguera ha sido arrollada
por el entusiasmo de nuestro pequeño héroe canino. Desde ese día,
trabaja con pocas limitaciones, hace las mismas búsqueda que los demás y se
apaña sin ojos. Nunca será un perro operativo, aunque él no
lo sabe, será un perro de trabajo
y tendrá una vida más digna que los mierdas que lo dejaron ciego. Si sabes
observar bien, puedes aprender mucho de las cosas que pasan, lo que se aprende
de un perro ciego y entusiasta sirve
para otros órdenes de la vida. A día de hoy seguimos trabajando, no nos
resignamos a dejarlo sin ninguna función operativa : Contemplamos la posibilidad de
formar a Dante como perro de rastro, al fin y al cabo, no necesitaría de
la vista. Nos hemos puesto en contacto con nuestros maestros de búsqueda,
iniciándonos en el aprendizaje y
posterior aplicación de la técnica de rastreo. La historia de Dante, el perrito
con un corazón muy grande, no acaba aquí. Como en la Divina Comedia:
Continuará.