Emparejados
Vivir en pareja es una ciencia, hay que dar cabida en el mismo roal todas las necesidades de dos
personas que hasta ese momento, vivían
cada una por su lado. La convivencia no es fácil pero con buena voluntad a todo se adapta uno. En
mis tiempos empaquetábamos la familia en el mismo hatillo de la pareja,la cosa ha cambiado. Dos personas que se van a vivir juntas y pueden parar
ahí, nada de aspirar a tener hijos, ni sus consiguientes complicaciones. Me
cuentan y no paran sobre sistemas de
emparejarse: En algunos casos, se reparten los gastos y el resto del
dinero cada uno para su bolsa, a medias en todo. Algunas parejas culminan su
felicidad comprando un perrito, tratándolo
como a un niño, celebrándole cumpleaños
y poniendo frases cariñosas en las redes sociales, con foto del can delante de una
tarta con velitas. Esto es lo que viene
siendo vivir en pareja, formar una familia es otra cosa, ese era el objetivo vital para las generaciones
anteriores. Nunca en la historia, la población ha envejecido a la velocidad que
lo hace ahora, vivimos más y no nacen niños, una mezcla explosiva. Un hijo
se ha tenido en tiempo y forma para cubrir sus expectativas, la paternidad
exige un esfuerzo físico que algunas de
las parejas actuales no tendrán cuando les llegue el turno, por una mera cuestión de edad. Una madre
primeriza con cuarenta años lo tiene crudo y su hijo se perderá muchas experiencias. Yo he tenido a mis hijos antes de la treintena, he disfrutado de
ellos haciendo lo mismo que ellos hacían, fui capaz de nadar travesías, hemos
andado en bicicleta con la misma exigencia y ahora, todavía, vamos al campo los
tres juntos, pero ya soportando el puteo por lo viejo que estoy. Tengo sesenta
años y me ha dado tiempo a todo, dudo mucho que algunos de los que hoy sostienen
el discurso de la eterna juventud, tengan la oportunidad de jugar con sus hijos
de igual a igual. En los años setenta se instauró la teoría de que los jóvenes
disfrutaran de la vida (lo cual dicho sea de paso, se hizo siempre). El mensaje
se fue subvirtiendo en las décadas posteriores, hasta que el ocio tapó el resto
de obligaciones, creándose un mundo- disneylandia absurdo, sostenido por papis
y mamis que metían el hombro y ponían pagas semanales de mucho postín. Cincuenta años después, mola irte veinte días al caribe
cada fin de curso para relajarte después del esfuerzo, hacerte fotos con los colegas paseando en
barca o haciendo surf. Menos trabajando, de todas las posturas. Vida de
jovenzuelo hasta los cuarenta, alegando que la cosa esta muy mala, imposible
salir de casa de papá antes de esa edad, sometiendo a la economía familiar a
una extorsión económica, porque yo lo valgo. En esta época la sanidad es
gratuita, todo tipo de subvenciones, posibilidades extraordinarias de acceder a
servicios, más que en toda la historia. El principal obstáculo es el discurso
sobre prolongar la juventud hasta los cuarenta y tantos, quitándose cualquier atisbo de responsabilidad. No se
puede generalizar pero mira esos programas de Telecinco y luego me
cuentas los objetivos vitales del personal. Con este panorama parece una
heroicidad irse a vivir en pareja a gastos compartidos. Pero lo realmente
meritorio es casarse por el rito que sea, Decirle a la cara a la mujer o al hombre con el que te casas: Quiero formar una
familia contigo. Pero esa es otra historia, que va de compartir: entrega,
esfuerzo, penas, las alegrías y lo que
vaya viniendo. Discurso nada original pero que ha hecho que el mundo sea lo que
es, mucho más que hombres mujeres y viceversa. Tantas vueltas para no llegar al
compromiso hastía y aburre. Allá ellos, cuando les llegue la jubilación que sus
pagas las cubran sus hijos.