LA MADRE
Dice el refrán que madre no hay
mas que una, la biología se ha encargado de demostrar que tal aserto esta
obsoleto. Los vientres de alquiler, por la vía meária, hacen que una mujer que
no pueda tener hijos, ejerza la maternidad casi desde el primer minuto. Pasado
un tiempo el niño nacido de un vientre de alquiler, será objeto de los desvelos
de la madre realquilada como si de la biológica se tratara. La adopción es la
otra forma de ser madre. Las circunstancias que impiden ser madre pueden superadas,
dándose el caso de que un hijo sin madre
encuentre a la suya en alguien con el instinto maternal intacto.
Historias de buenos hijos y buenísimas madres con un buen final, gracias a al instinto maternal, superando el mínimo obstáculo de la consanguinidad. La
naturaleza contempla todos los días como animales de diferentes especies
amamantan individuos que no son ni primos entre ellos. De esta introducción se
deduce que lo del instinto maternal anida en cada mujer, otra cosa es que este
activo y dispuesto a salir a flote, existen ejemplos deplorables donde no solo
no aflora sino que se convierte en un lastre para los hijos. Hay mujeres
extraordinarias que extienden su instinto y su amor, con pequeños gestos, a
todo el que circula por su alrededor. El caso de Ángeles es uno de estos, casada con el bueno de Paco Aníbal, el tipo
peor encarado que ha pisado un bar, en contraste con la dulce Ángeles, su gesto
adusto era su bandera (Bien es cierto los que lo conocíamos, sabíamos que era un tipo amable y cabal, pero la mala
cara era su pose diaria). Con el paso de los año Ángeles siguió a su marido en
todos los bares que regentó, en las duras y las maduras. Cocinera infatigable,
hacia magia con los aderezos, sazonandolos todos con su extraordinaria
personalidad y buen carácter, nunca le vi un mal gesto. La muerte de sus seres
queridos la fue quebrando, pero ella
siguió inhiesta, con esa clase que solo tienen las buenas personas, encajando
los zarpazos que le dio la vida, la procesión iba por dentro. Casi en secreto
observé la dignidad con que se fue manteniendo en pie. Cada vez que me paraba
en la calle con ella, me preguntaba por
mi madre, tratándome como ella misma, su actitud transpiraba maternidad por los cuatro
costados. Nos conocíamos desde que yo era chico, sabia de mis hijos y de mi
parienta como si fuesen suyos. Era la madre de sus dos niños, de su hija y de
todo el que se arrimara. Así era Ángeles, buena y cariñosa, la verdadera base
del un pueblo, su soporte vital, mas allá del teatrillo estúpido que sale en
los diarios comarcales. Gente de pueblo, haciéndole la vida fácil a todo el que
pasaba a su lado. Ángeles se ha ido,
dejando huérfanos de su cariño a mucha gente, sin ruido atravesó la laguna
estigia, donde la esperan sus seres queridos, a
buen seguro disfrutaran de su dulzura de trato por los siglos de los
siglos. Mientras, aquí queda su ejemplo, para quien quiera tomarlo como modelo de vida.
Buen viaje Ángeles.