Reo de banquillo
Desde el alcalde de Zalamea hasta
nuestros días, lo de juzgar, a los españoles, se nos da muy bien. No sé yo para que e tenemos juzgados, si las
barras de los bares están llenas de juristas de media obrá, verdaderos
jurisconsultos, con verbo rápido y
gaznate siempre listo para la próxima ronda. Esta semana el reo de horca
es la niña de Rey, las tres juezas la han absuelto, sabrán ellas de esto. Por eso, buscando el
rebote como en el baloncesto, redes
sociales, barras de los bares y demás
cenáculos del saber jurídico, se han lanzado al juicio paralelo. Haciendo
jirones la dignidad de una persona, declarada inocente por el tribunal. El
principal agravante que no le perdona la canalla que la juzga ahora: Es rica,
número uno, es tonta, número dos y por último, pero no menos importante: Tiene
la familia que tiene. De lo que se deduce que para ser inocente en este país
hay que ser un tieso, ingeniero nuclear y haber nacido en la inclusa. Me da
vergüenza la saña con la que nos lanzamos, haciendo de la plebe corazón,
despedazando vidas, sin ningún miramiento. ¿Qué ha pasado con aquello de no
juzguéis y no seréis juzgados? ¿Quién coño es nadie para destripar la
intimidad, vida, patrimonio y demás detalles de la vida de alguien juzgado solo
por la justicia, que para eso está. Oyendo las opiniones de tanto jurista de
mierda, piensa uno si sus respectivas parientas lo saben todo sobre sus vidas,
no hay secretos en las casas. La verdad corre por las ramblas de los pueblos a
borbotones, nadie le pone los cuernos a nadie, todo el mundo paga con gusto sus
impuestos, nadie se aprovecha del sistema de subsidio, los pobres son pobres y
todos los ricos son unos desgraciados mentirosos. La infanta ha tenido su
defensa pagada por ella, pasando vergüenza y oprobio por ser la mujer
de alguien que la justicia, al final, ha condenado. A ella le ha correspondido ser responsable
civil solidaria de una cantidad dineraria. Millones de palabras, cientos de
folios, miles de horas de juicio, años dibujando un caso. Todo para que un
idiota en cinco minutos le haga tiras el pellejo en la barra de un bar, jaleado
por la afición porque él lo vale. Penita de país: Permita Dios que no te pa,se a
ti.