14 DE FEBRERO
Ya se encarga el tío de las
colonias de avisar, llega la fecha clave. Después de la navidad, el chollo para
las perfumerías es el día de los enamorados, el
perfumista es uno de tantos afiliados al clan de interesados en fomentar la juntura de parejas de cualquier
pelaje y como señal de amor se regalen lo que sea menester. Una emboscada que
al principio, en los primeros repullos, te hace ilusión, pero como todo en la vida,
con el paso del tiempo, la ilusión se transforma en un autentico coñazo. Con la
antigüedad uno descubre que el camino hasta el día señalado es un autentico
campo de minas: Conversaciones peligrosas, llenas de trampas para individuos
que por no estar atentos, se pueden llevar un restregón. Si tu parienta es
devota de San Valentín tirate a la calle con tiempo, a ver si salvas el trance
con holgura, no vale que tu suegra viva en tu casa, aguantes a tus cuñados con
dignidad, hagas los mandados de todo el año y le eches cojones a cualquiera,
diciendo que tu mujer es la mejor del mundo. Como el regalo del catorce de
febrero no tenga nivel, vete preparando para un largo invierno, lleno de ayuno
y abstinencia, la memoria de la parienta es selectiva, solo se acuerda de
cuando metiste la pata. Habrá versiones para todos los gustos, incluida la de
aquella muchacha que era una muñeca transformada en un orco o aquel adonis transfigurado en un tipo calvo y con monago,
no hay problema, todo vale, si hay que regalar se regala. El amor es muy bonito,
el mercado se encarga de recordarlo con machaconería, preocupado de que so se te
olviden de ciertos detalles, que afearían el evento. Las cenas de
enamorados se ofertan en gavillas, grupos completos, todos se quieren, ni uno
de los que se sientan a la mesa ha tenido un mal modo ni una mala idea. Con el
paso de los años he visto uno ciertas escenas curiosas: Recuerdo una mala noche
de San Valentín donde coincidió que andaba suelto por el pueblo, la competencia
del santo: Cupido. Se ve que el arquero estaba con ganas de guasa y varió la
puntería, atinando a dos elementos de parejas diferentes, con la consiguiente
pelotera. A las doce de la noche el santo salió pitando, sin despedirse,
dejándonos a los del terruño con el pastel. El año siguiente, al llegar su
fecha, el santo apareció con su campaña, haciéndose el longui, tan tranquilo el
tío, como si los cuernos del año anterior
pertenecieran a otra parroquia. En asuntos de amores, creo yo, en mis
cortas luces, mas nos valdría celebrar que escapamos vivos cada día y no dejar
todo el arreón de amor para un solo día, a estas alturas te habrás percatado de
que los catorce de febrero los carga el diablo.